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ral para legitimarse. Geneviève Champeau, al analizar la li- triunfos, discordia y paradojas” de Navarrete, que describe
teratura de viajes de la época, indica la importancia que tal las rivalidades entre los diferentes círculos de poetas alrede-
género tuvo, como el teatro, para difundir propaganda so- dor de los 50 con un foco en el grupo de Colliure (por el en-
bre la dictadura, ya que en sus primeros años se publica- cuentro homenaje a Machado, que se da en 1959) y el pro-
ron los relatos inspirados por las giras que los diplomáticos yecto editorial “operación realismo” de Carlos Barral, “que
franquistas realizaban en el extranjero y con los que se pre- persigue situar a una nueva promoción lírica en el campo
tendía “contrarrestar la influencia de los exiliados republi- literario del franquismo” (190). El artículo describe el logro
canos” (138). Se trata de una narrativa que idealiza España de los poetas de la Escuela de Barcelona por fraguarse como
desde su historia hasta sus parajes, “participa en un proyec- generación gracias a, entre otras acciones, las publicacio-
to didáctico” (139) e “intenta seducir influyendo en la afec- nes a través de la colección Colliure dirigida por Josep Ma-
tividad del destinatario” (139), nada sorprendente teniendo ria Castellet y “donde la escritura de la poesía se alza como
en cuenta el contexto. Sin embargo y, a diferencia del teatro, respuesta a los problemas de la sociedad” (201). Este gru-
a partir de la inmediata postguerra, este relato nacionalista po “captura el capital simbólico que los poetas más mayores
aparece desafiado por los de Camilo José Cela y Josep Pla, habían atesorado al marginalizarse de las instituciones cul-
que se encargarán de descomponerlo. En esta línea discor- turales franquistas”, busca allegados en otras partes de Espa-
dante con la del relato oficial, se publicarán, a partir de los ña y se promociona a través de publicaciones como la men-
años 50, otros relatos de viaje de tipo más ensayístico como cionada, lo cual desagrada entre otros a Vicente Aleixandre,
los de Julián Marías y Miguel Delibes sobre sus experiencias que “advierte de la maniobra (…) para arrebatarle a Madrid
en el extranjero, a los que, a partir de los años 60 se añadi- su hegemonía en el campo de la poesía” (202). Corren los
rán los del “realismo social” (Juan Goytisolo, Antonio Fe- años 60 cuando J.M. Castellet publica Veinte años de poesía
rres, Armando López Salinas) y que serán “el reverso de los española, donde declara que ha llegado el momento de po-
viajes oficiales del dictador por las provincias […] recalcan- ner fin al simbolismo y abrirse al compromiso social. Cual
do las lacras del país, haciendo hincapié en los problemas folletín de la época, la publicación de esta antología abrirá
económicos y sociales” (150). Resulta, pues, curioso que es- una caja de Pandora y dará lugar a una batalla de antologías
tos libros fueran publicados y abiertamente difundidos. dirigidas a defender otros ideales líricos y a enmendar la ex-
Otros dos artículos, de Juan José Lanz y María Teresa clusión de poetas (muchos ofendidos) por no haber sido
Navarrete Navarrete tratan, a muy grandes rasgos, sobre las incluidos en ella. Pero como Navarrete concluye, “en estas
pugnas que se dieron entre poetas (y críticos) por contro- disidencias se encuentra la clave para componer en su tota-
lar la adscripción de ciertos autores al canon en detrimen- lidad el complejo mosaico de autores que caracteriza a esta
to de otros. Es especialmente entretenido el artículo “1959: promoción lírica” (207).
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Revist a de al ce s XXI Número 6 , 2024