Page 182 - Revista6
P. 182

tante que ésta implica. El éxito que la película cosechó en la                                                          Anexo 1:

         taquilla parece indicar que esta sensación de poder les sienta                                                          Tomas aéreas y panorámicas

         bien a más de dos millones de espectadores, pero ¿qué pasa


         con los espectadores que optan por la castración del Otro

         simbólico en lugar de la plenitud falsa del kitsch?

             En In Defense of Sentimentality, Robert Solomon afirma

         que la nueva clave del éxito en las artes es “to offend or dis-

         gust the viewer rather than evoke such gentle sentiments as


         sympathy and delight” (“ofender o indignar a la audiencia

         [en lugar de] evocar tales sentimientos dulces como la sim-

         patía o el placer”; mi trad.; 233). Si comparamos esta ob-                                                                                                              0:14:20

         servación con el éxito de Palmeras en la nieve, podemos pre-


         guntarnos hasta qué punto es el “mal” —tanto el mal del

         mal gusto como el mal de la yuxtaposición del mal y el bien

         que el kitsch implica— una alternativa a la ofensa o la in-

         dignación tan elogiada por el filósofo estadounidense. En la


         película de González Molina, no hay malestar ni fealdad ni

         vergüenza, pero el mal sí existe. La película enfrenta el mal

         (el voyerismo, las intromisiones en la intimidad, la trans-

         gresión y los personajes malvados) pero de una manera que                                                                                                               0:14:34


         le sienta bien al público: es decir, sin realmente cuestionar

         el colonialismo español. Sí intenta suturar una herida pro-

         vocada por el colonialismo, pero solamente a través de un

         cierre emocional. La audiencia se siente culpable, pero más


         que nada se siente bien. Por otro lado, la herida histórica

         sigue abierta. Así los espectadores que reconocen su subor-

         dinación a la mirada trascendental del Otro y aceptan los

         límites de su conocimiento se preguntarán: en el contexto


         del colonialismo, ¿basta con el mal gusto?                                                                                                                              1:13:28









      182                                                                                                                                                                                                                             183
                Revist a  de  al ce s XXI                                                                                                                                                     Número  6 , 2024
   177   178   179   180   181   182   183   184   185   186   187