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la maldición bíblica a partes iguales” (48). En ese contexto, casa familiar. La distancia física dificulta una relación esta-
se imagina que Alice, en sus tratamientos de fertilidad tuvo ble, consistente y frecuente, pero el amor que su madre se
que ponerse “a disposición de un pelotón de batas blancas, muestra a sí misma, su ansia de buscar su camino se con-
sin ninguna posibilidad de defenderse” (49), en efecto sien- vierte en un modelo de afirmación y respeto para la protago-
do desposeída de sí misma. Aunque el filicidio nunca pue- nista. Cuando Alice se hizo madre, no parece que recibiera
da justificarse, la inseguridad social de la filicida y su cono- ninguna atención ni afecto especial: su marido viajaba lejos
cimiento limitado sobre ser madre podría considerarse una de casa por sus obligaciones profesionales y ella se quedaba
señal de su sometimiento pasivo a los “especialistas” de la encerrada con los niños y una joven inexperta, convertida
maternidad. Sola y extraña a sus nuevas responsabilidades, en niñera para viajar a España (9). Su embarazo de geme-
la madre se transforma en una “otra” de sí misma. los solo es exitoso después de haberse sometido a exigentes
Un efecto grave de que los hombres hayan escrito la ma- tratamientos de fertilidad que manipularon y despersonali-
ternidad es que las mujeres la han perdido. La especializa- zaron su cuerpo. Está claro que, aparte del apoyo profesio-
ción de la procreación y la profesionalización de la gesta- nal, la mujer enfrentó el camino hacia la maternidad total-
ción y el parto significan que la vivencia corporal de esas mente sola. En tal situación, como explica Sarah LaChance,
etapas se escapa de las manos de la mujer, y los conocimien- muchas madres sienten ambivalencia sobre su experiencia:
tos transmitidos por generaciones de mujeres pierden cré- a la vez que desean proteger a sus hijos también sienten de-
dito e influencia. Esta situación es criticada a través de la seos de rechazarlos. Aunque estos sentimientos contrapues-
relación problemática que las dos mujeres centrales tienen tos son parte de las experiencias maternas, no forman parte
con sus madres. La psicoanalista Nancy Chodorov conside- del imaginario popular de la maternidad. Atribuir los casos
ra que la relación madre e hija es cíclica, de modo que la re- de filicidio a los caprichos de las “malas madres”, explica La-
producción de la maternidad comienza con la formación de Chance, es contraproducente y excesivamente simplifica-
la relación madre-infante. Las experiencias que la joven ten- dor porque borra las complejidades y tragedias del hecho de
ga con su madre desde temprano constituyen el fundamen- ser madre. En una línea de pensamiento similar, Oberman
to de las expectativas que las mujeres crean sobre su mater- y Meyer indican que en culturas tradicionales las recién pa-
nidad (citado en Oberman y Meyer 25). Por ejemplo, Jade/ ridas reciben el apoyo de otras mujeres de su familia o de la
Alice parece haber sido una niña tímida, que creció con una comunidad, pero la cultura occidental contemporánea ha
madre inestable que no la apoyó ni estaba cerca cuando su enfatizado la primacía de la familia nuclear lo que significa
hija parió. En el caso de la escritora, su sentido de protec- que las madres pasan largas horas y días solas con su bebé,
ción e intimidad se diluye a los dieciocho años cuando la un proceso que ni es bueno para el recién nacido ni su ma-
madre se ausenta de su vida al mudarse a una isla lejos de la dre (40). Más cercanos al contexto narrativo, estudios de
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Revist a de al ce s XXI Número 5 , 2021-2023