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terconectados: somos parte de una sociedad que considera dos niñas con quienes comparte la mitad de su carga genéti-
que solo a través de elecciones normativas se puede ser feliz. ca. La muerte de los padres de las niñas llega narrativamen-
Al final de la novela, la narradora se convierte en ma- te como un deus ex machina, ahorrando al lector los detalles
dre cuando su hermana muere y ella queda al cargo de sus de gestación o de los trámites de filiación, elementos que
sobrinas. Por un lado, simbólicamente, tiene que morir la sí muestran textos que ahondan en la maternidad lesbiana
hermana, modelo de maternidad tradicional (heterosexual como Maternidades cuir, Maternidad lesbiana: del deseo a la
y abnegada), para que ella pueda ser madre. Por otro, la realidad, Diversidad familiar o Familias también y que en
maternidad no deja de ser esta sombra que persigue a to- cierta medida se exploran más en Boulder. En este sentido,
das mujeres, sean o no madres, quieran o no serlo, esta “mi- la maternidad de Permafrost vincula en cierta medida la ge-
sión a la que todas estamos predestinadas. Todas, incluso la nética con la maternidad y coloca a los hijos como desen-
que decide no ser madre, porque ahora serás la no-madre; lace de la historia. El giro (abrupto) de la novela es impor-
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un proyecto de madre que fue abortado” (Castaño 71). La tante en el arco narrativo de la evolución de la protagonista,
obligación de responsabilizase de las sobrinas se torna una quien al final parece haber destruido esa capa perenne de
suerte de performatividad adquirida vinculada con el hecho frialdad a partir de la vulnerabilidad y ternura de la sobrina
de haber nacido mujer, un hábito (el del cuidar y responsa- enferma, primero, y de su nueva autoconciencia como ma-
bilizarse del otro) que acaba incorporando a la protagonista dre después. La maternidad no es impuesta sino elegida, si
a pesar de su rechazo inicial. La misma Permafrost se sor- bien llega de una manera accidental. Sin embargo, podría
prende de que su hermana, Cristina, le haya hecho respon- leerse de otra manera: no es que no se salve de ser madre,
sable de sus hijas cuando ya las dos hermanas habían dis-
cutido sobre cómo Permafrost, según Cristina, no sería una 4 Sobre la relevancia de la genética, María Luisa Peralta, hablando del
buena madrastra porque los niños “[n]ecesitan la estabili- método ROPA (recepción del ovocito de la pareja en la reproducción
dad de un matrimonio” (93). Sin embargo, la muerte acci- asistida) ha comentado que esta “alternativa vuelve a poner en el cen-
dental de Joaquim, el cuñado, y de Cristina deja a cargo de tro la biología como fuente de vínculo” (74). Es importante comentar
que este método ROPA es el que prefieren numerosas parejas lesbianas
la tía a las dos niñas, Arlet y Clàudia, “[a]unque sea soltera, que se reproducen por medio de las nuevas tecnologías, pero cuesta mu-
aunque sea lesbiana, aunque sea una suicida” (131). cho más y a pesar del deseo muchas no pueden llevarlo a cabo. De una
Este final es bastante significativo: aunque Permafrost se manera similar, Elixabete Imaz explica que “[a]lgunos autores observan
que, en las última décadas, apoyándose en la prevalencia del interés del
recrea en la sexualidad lesbiana como fuente de placer, en menor y paralelamente en los avances biotecnológicos y desarrollo de
ningún momento ahonda en las dificultades que implica te- las tecnologías reproductivas, se produce cierta preeminencia del mo-
ner hijos para este colectivo. De hecho, la novela repentina- delo biológico respecto al social y se viene imponiendo el principio de
que en el establecimiento de la filiación rige la búsqueda de la verdad
mente llega al final cuando Permafrost pasa a ser madre de biológica” (114).
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Revist a de al ce s XXI Número 5 , 2021-2023