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sino que la maternidad la salva de sí misma. Y esta visión   con que [Permafrost] habla de temas estigmatizados social-

 salvífica de la maternidad (en tanto que enriquecimiento y   mente” (120): desde el dolor de regla a la depresión, del in-

 obligación de generosidad del yo) no es algo nuevo: en la   somnio a los antidepresivos y el suicidio, es evidente que


 cultura cristiana viene precisamente a redimir la culpa de la   esta naturalidad transgrede. El acceso a la medicación y a la

 mujer como ser pecaminoso y sexual.  salud mental como un elemento de clase y de consumo son

 Permafrost muestra un personaje que, si bien, está en con-  centrales también en esta ruptura de tabúes. Si bien la no-

 tra de ser madre, tiene empatía con los niños, algo que,   vela empieza con una voz narrativa que rechaza la medica-

 como veremos, también encontramos en Boulder. Si, por   ción a pesar de sus pensamientos suicidas —“No me tomo


 un lado, convertirse en madre la dulcifica, por otro, este   la medicación” (15), “Mamá se medica, papá se medica, mi

 nuevo sentido de responsabilidad implica ser parte de un   hermana al principio no, pero después ya sí, se hizo mayor y

 sistema en el que la felicidad es obligatoria. La aceptación   lo entendió. Medicarse es una constante solución provisio-

 de la medicación antidepresiva por parte de la protagonista   nal” (15)— la narradora termina sucumbiendo, por el bien


 cierra un círculo irrevocable en este sentido: la vida como   de las hijas.

 lesbiana adaptada en una sociedad heteronormativa y en   Es interesante cómo incluso la depresión y los intentos

 familia conlleva una obligación de felicidad, siendo la me-  de suicidio acaban siendo un privilegio que, una vez siendo

 dicación la única manera de lograr aproximarse a tal man-  madre, ya no puede permitirse:


 dato. Por ello, en esta familia de clase media de Barcelona

 hay una presencia constante del uso de antidepresivos y una   Ahora la tía es una persona responsable. Esta mañana me he

 conciencia clara de una delicada salud mental. En la des-  preparado un zumo de naranja y me lo he tomado junto con las

 cripción que la protagonista hace de la habitación de los   pastillas. Sonrío sin llorar. Sonreír así funde el permafrost. Sue-


 padres insonorizada y con moqueta, ya que la madre “tiene   na el violín. Las familias se cierran sobre sí mismas como ciuda-

 un largo historial de migrañas y depresión y padece insom-  des asediadas. Pero es la vida, la salvaje que nos cerca y nos ase-

 nio crónico” (111), se revela la relación de la maternidad   dia. (131)

 con asuntos de salud mental silenciados (protegerse del rui-


 do, lo no dicho), puesto que es un tabú decir que ser ma-  Esta frase, que clausura la novela, podría leerse como una

 dre provoca depresión.  Alba de Juan recalca la “naturalidad   crítica a la familia como sostén social en el contexto socioe-
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         conómico y cultural de la novela, a la vez que muestra que

         en la maternidad reside la obligación de ser (de existir) y la

 5  Beatriz Gimeno comenta cómo “las depresiones que sufren las madres en   posibilidad de ser (aunque por obligación) feliz. Al final, no
 mayor medida que otras mujeres y que los hombres pueden entenderse como

 un síntoma de algo inexpresado e inexpresable” (“Construyendo” n.p.).  es solo que la maternidad aparece como desenlace y como





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 Revist a  de  al ce s XXI                              Número  5 , 2021-2023
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