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das de 1992, en la presentación a la ciudadanía del proyecto                                                            para dejar claro que el objetivo de la celebración sería úni-

         madrileño a la candidatura olímpica las autoridades políti-                                                             camente la persistencia en el modelo de inversión hiperde-

         cas ni siquiera se tomaron la molestia en esconder, median-                                                             sarrollista: “Madrid es ahora más que nunca la representa-

         te las tradicionales llamadas épicas al “espíritu deportivo”,                                                           ción de España. Perseguir los Juegos es mucho más que una

         su intención de seguir acelerando la prolongación de un                                                                 ambición deportiva, no existe una inversión más rentable

         modelo económico que colapsó hace tiempo. De esta ma-                                                                   que los Juegos. Estamos preparados, mentalizados, somos

         nera, los dioses del Olimpo habrían cedido su puesto a los                                                              fiables y aseguramos garantías” (Calleja). Se trata de un pro-


         “dioses”  de los mercados financieros en un discurso que ni
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         siquiera necesitaría ya disfrazarse con los ropajes de las fan-                                                         nunciamiento hecho desde la insistencia en un modelo fi-

         tasías utópicas del Barón de Coubertin,  que habían forma-                                                              nanciero que exige la fantasía de su credibilidad, demanda
                                                                              4
         do parte de la retórica institucional en periodos anteriores,                                                           que para Žižek capturaría con precisión “la cancelación del

                                                                                                                                 poder performativo (‘eficiencia simbólica’) de la ideología

                                                                                                                                 dominante” (Primero 3), que habría dejado de funcionar
         3  Sigo en este sentido la clave de lectura que Rafael Sánchez Ferlosio pro-

         ponía en su ensayo Mientras no cambien los dioses nada habrá cambiado                                                   eficazmente como “la estructura fundamental del vínculo
         (1986) en el que el escritor reflexiona acerca de la secularización de una                                              social” (3). El filósofo esloveno se pregunta por el colapso

         economía remuneratoria que haría implícita la idea de “sacrificio” hu-
         mano como precio inevitable del Progreso, marco ideológico en el que                                                    de la creencia en el capitalismo por parte de amplios secto-

         se ha seguido conceptualizando un tipo de relatos sobre la crisis contem-                                               res de la ciudadanía después de la crisis financiera de 2008,
         poránea: “Siguen siendo los viejos dioses carroñeros, vestidos de paisa-                                                momento en el que la tragedia del once de septiembre redi-

         no, con los nombres de Historia o de Revolución, de Progreso o de Fu-
         turo, de Desarrollo o de Tecnología. Los mismos perros sangrientos con                                                  me su carácter global en forma de farsa con la explosión de

         distintos aunque no menos ensangrentados collares. Más valía haber de-                                                  la crisis de la burbuja inmobiliaria, en lo que sería el fin de
         jado en paz los dioses en sus cielos y quebrantado, en cambio, la mítica                                                la utopía política democrático-liberal que había marcado el

         conexión del sacrificio, que era la fuerza que los sustentaba; ya ellos solos
         se habrían venido abajo desde las alturas, en vez de reflorecer y renovar                                               horizonte de la creencia en la posibilidad de un final de la

         sobre nosotros su cruento señorío” (34-5).                                                                              historia con el advenimiento de una comunidad global li-


         4  Vázquez Montalbán ridiculizaba la retórica del olimpismo a través de su                                              beral. En esta innovadora teoría histórico-política de la pa-

         personaje, el detective Carvalho, en la novela El laberinto griego (1991):                                              rodia se pondría de manifiesto la cancelación del poder per-
         “La estupidez congénita de los Juegos que descansaba en la no menos                                                     formativo del Estado, del dispositivo de efectos escénicos
         congénita estupidez e ignorancia de la realidad de su fundador, el barón                                                que han dibujado el círculo mágico y ritual (Abéles) alrede-

         de Coubertin, capaz de sostener que el deporte supera las desigualdades

         sociales y sólo permite las desigualdades derivadas del mayor y mejor es-                                               dor de los políticos, una vez que se han agotado las posibi-
         fuerzo deportivo: ‘La posición social, el nombre o el patrimonio here-                                                  lidades de los horizontes de expectativas que generaban los
         dado de sus padres no revisten ninguna importancia en este propósito’”                                                  relatos sobre el crecimiento ilimitado de la nación a partir

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