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Review 80, no. 4 (2012); “Democracia y capitalismo: la fun-  “dificultad, imposibilidad o negativa secular a integrarse en

 ción de la cultura,” ALCESXXI 1 (2013); o “Spain in Crisis:   la modernidad europea occidental” (81). A estas alturas, ha-

 15-M and the Culture of Indignation,” Journal of Spanish   blar de crisis (o de desarrollo, modernidad, industrializa-

 Cultural Studies 15, nos. 1–2 (2014). Discursos de la crisis   ción) sin mencionar el colapso ecológico en curso, la adic-

 sin duda se hubiese beneficiado de mantener un diálogo ex-  ción patológica del capitalismo al crecimiento económico

 plícito con dicha crítica cultural existente (la contribución   en un planeta finito, las inercias coloniales y neocoloniales,

 de Frauke Bode sería la excepción a esta falta de diálogo).   o el etnocentrismo y antropocentrismo patriarcal de la epis-


 Los tres ensayos que componen la primera parte del libro   temología dominante, suena insustancial. La falta de marcos

 destacan por la enumeración de lugares comunes y la falta   ecofeministas, decoloniales, postnacionales, posthumanis-

 de imaginación política. Suenan a discurso cultural políti-  tas y decrecentistas indican una claudicación y una autoli-

 camente correcto que nunca cuestiona en profundidad la   mitación innecesarias que resultan políticamente inocuas,

 epistemología dominante y solo es capaz de pensar la cultu-  cuando no decididamente contraproducentes. La enume-

 ra desde dentro del debate hegemónico prefabricado. Nin-  ración en estos ensayos de algunos síntomas de la crisis con

 gún ensayo se replantea seriamente la identificación de pro-  datos preocupantes, como el de la creciente desigualdad so-


 greso con desarrollo económico capitalista y crecimiento   cioeconómica, son sin duda relevantes, pero pensar que ello

 constante en el marco de una biosfera finita y, mucho me-  se puede resolver con crecimiento, razón ilustrada o com-

 nos, la imposibilidad biofísica del proyecto global de la pe-  petitividad industrial es no entender que el principal pro-

 tro-modernidad. Se intenta entender la situación de Espa-  blema global no es la falta de crecimiento económico, sino

 ña sin atender demasiado a la globalización neoliberal, la   la adicción a dicho crecimiento y la imposibilidad biofísi-

 aniquilación biológica planetaria, la proliferación de refu-  ca que supone mantenerlo en el tiempo. No estaría mal re-

 giados ambientales, la crisis energética, la financiarización,   cordar que la situación energética, hidrológica y ecológica

 etc. Como si hubiese que encontrar una característica pecu-  de la península ibérica no puede sostener un metabolismo

 liarmente española para explicar los síntomas de una diná-  económico orientado al crecimiento sin explotar el espacio


 mica (neo)colonial de explotación global que, obviamente,   ecológico de otras regiones, puesto que la huella ecológica

 se manifiesta mediante articulaciones regionales diferencia-  de España es tres veces más grande que su territorio. De he-

 das y evoluciones geopolíticamente desiguales. Por ello, esta   cho, si todas las regiones del planeta tuviesen una economía

 parte del libro suena a repetición de fórmulas muchas ve-  estructuralmente desarrollada, se subiesen “al tren de la mo-

 ces escuchadas antes: “economía estructuralmente subdesa-  dernización económica,” tuviesen “vocación industrial para

 rrollada” (26), “España perdió el tren de la modernización   crecer” o se integrasen plenamente “en la modernidad euro-

 económica hasta finales de los años cincuenta” (31), “Espa-  pea occidental” se necesitarían aproximadamente 6 planetas


 ña necesita recuperar vocación industrial para crecer” (61),   para mantener el metabolismo económico global.






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 Revist a   de   alces   XXI                                  Número  3 , 2016-2017
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