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litólogo de que el enfoque de la obra no fue entendido en                                                                                  una nueva etapa que barra los vicios de la elite política.

         ciertos sectores intelectuales. Asimismo, el autor hace au-                                                                                (73-74)

         tocrítica por algunas “generalizaciones” e ideas propias que                                                                En este primer capítulo, Sánchez-Cuenca se detiene en las

         considera insuficientemente explicadas. En la introducción                                                              imprecisiones y desvaríos de escritores como Javier Cercas,

         encontramos algunas de las reflexiones más relevantes del                                                               Arturo Pérez-Reverte o Félix de Azúa. Los dos últimos son

         libro, tal como la existencia de una “red de complicidades”                                                             presentados como exponentes de dos tendencias identifica-

         en torno a ciertos intelectuales sustentada en los vínculos                                                             bles en la intelectualidad española presente: la “demagogia


         mutuos con otros intelectuales, agentes culturales o medios                                                             antipolítica” (49) y el “machismo discursivo” (52), respecti-

         de comunicación. Según el autor, la existencia de esta red                                                              vamente. Este último término, que el autor toma prestado

         habría dificultado de forma sustancial el ejercicio de la crí-                                                          del sociólogo Diego Gambetta, alude a la práctica de recu-

         tica con nombres y apellidos en la esfera pública española                                                              rrir a afirmaciones tajantes, formuladas de una manera tan

         (22). Otra idea relevante que Sánchez-Cuenca expone en                                                                  contundente que no deje espacio para la duda, a modo de

         esta sección es el hecho de que los escritores intervengan                                                              expresión de una actitud viril y chulesca. También a partir

         mucho más en los debates públicos en España en compara-                                                                 de Gambetta, se reflexiona sobre las diferencias entre la cul-


         ción con los países anglosajones, donde a la hora de decidir                                                            tura intelectual analítica y la holística; mientras que la pri-

         quién puede opinar pesan más la formación y la autoridad                                                                mera pone el énfasis en la construcción del razonamiento a

         de la persona en la materia a abordar que el prestigio adqui-                                                           partir de la inferencia lógica, la segunda antepone la autori-

         rido en otros campos.                                                                                                   dad de quien formula las ideas. Para el politólogo, la esfera

             En el capítulo primero, dedicado a los escritores, el au-                                                           pública española se inscribiría en este último modelo y ello

         tor formula uno de sus planteamientos más controvertidos                                                                explicaría por qué de forma tan frecuente el debate “no gira

         y cuestionables, al trazar los orígenes de la deficiente praxis                                                         en torno a los argumentos, sino a las personas y su obra”

         intelectual española en el “casticismo” de la generación del                                                            (57).

         98:                                                                                                                         El segundo capítulo aborda la cuestión nacional, la cual




                            Sin demasiadas diferencias con respecto a los estánda-                                               constituye para ciertos intelectuales una “obsesión” (15) que
                            res que se establecieron con las generaciones del 98 y del                                           les impele a opinar constantemente sobre el nacionalismo

                            14, sigue dominando en las opiniones de los escritores                                               catalán y vasco o, hasta años recientes, sobre el terrorismo

                            un cierto tono casticista y, sobre todo, un planteamiento                                            de ETA. Entre otros aspectos, Sánchez-Cuenca discute los
                            moral y estético de las cuestiones políticas, derivado de                                            argumentos usados contra el nacionalismo vasco y el inten-

                            lo que podríamos calificar como una cierta incompren-

                            sión del mundo en el que les ha tocado vivir. De ahí que                                             to de contrarrestarlo con un nacionalismo español camufla-
                            recurran con tanta frecuencia (y tanta virulencia) a la                                              do como “patriotismo constitucional”, en línea con lo que

                            impugnación del presente y exijan un comienzo nuevo,                                                 han sugerido numerosos politólogos e historiadores en los





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