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últimos años. El autor arguye que ha habido un constante sociedad occidental, en gran parte debido a las transforma-
ejercicio de “moralización” del terrorismo (107) y un inten- ciones impulsadas por la nueva era digital. El autor sostie-
to sostenido de ligar la violencia política con la existencia ne, no obstante, que la influencia de los letrados sigue sien-
del nacionalismo vasco. Para ello se parte del ejemplo de la do suficiente relevante como para consensuar unos niveles
plataforma ¡Basta Ya! y de varios actores relacionados con el mínimos de calidad en las reflexiones públicas. En esta lí-
conflicto vasco como Savater que criticaron duramente los nea, se apuntan cuatro elementos que, a juicio, del politó-
intentos de negociación con los etarras durante los gobier- logo, contribuirían a mejorar el debate en España y que ata-
nos de José Luis Zapatero (2004-2011). Respecto a la cues- ñen tanto a los autores como a la audiencia: llevar a cabo
tión catalana, Sánchez-Cuenca destaca la “pereza y desgana un mínimo estudio previo antes de formular una opinión
intelectual”, manifestada principalmente en los discursos sobre un tema de interés general, criticar abiertamente los
que intentan establecer una incompatibilidad entre demo- planteamientos que presenten fallas, opinar sólo cuando el
cracia y secesión (136). autor tenga la certeza de que puede añadir alguna idea rele-
El tercer capítulo se centra en el análisis de escritores y vante y cuestionar la autoridad de quien escribe.
economistas sobre las causas de la crisis política y económi- La desfachatez intelectual no pretende ser un libro exhaus-
ca en España a partir del año 2008 y de las relaciones entre tivo sino “exploratorio” (21), además de una invitación para
ambas. Sánchez-Cuenca presta especial atención a las con- que otros autores amplíen el análisis sobre la cuestión. Cier-
sideraciones del escritor Antonio Muñoz Molina plasmadas tamente, no puede aducirse que Sánchez-Cuenca haya pe-
en el ensayo Todo lo que era sólido (2013) y cuestiona el elo- cado de arrogancia académica, porque en general reconoce
gio que la obra mereció en los círculos intelectuales y me- la valía y pertinencia de las aportaciones intelectuales, siem-
diáticos españoles. Según el autor, Molina incurre en nu- pre que estén bien formuladas. En cambio, sí se le puede re-
merosas imprecisiones a la hora de interpretar las causas de prochar que en ocasiones adolezca de lo que critica. El au-
la crisis en España y yerra en la valoración de la incidencia tor pone excesivo énfasis en el periplo ideológico de ciertos
del gasto público, la crispación partidista o las políticas de intelectuales y utiliza argumentos ad hominem para desca-
la memoria histórica de Zapatero. En esta sección del libro lificar a algunas personas. Llamar “manipulador” a Federi-
se cuestiona en general la literatura “reformista” que asocia co Jiménez Losantos (81), “sectaria” a Rosa Díez —exlíder
los problemas económicos del país con la clase política y se del partido UPyD— (122) o decir que a Juaristi “le falta un
intenta demostrar que los argumentos para sacar a España tornillo” (227) no hace sino empañar la productiva labor de
de la crisis apenas han variado desde la recuperación de la deconstrucción argumentativa que permea el conjunto. Por
democracia. otro lado, la inclusión de algún ejemplo de opinión funda-
El análisis de Sánchez-Cuenca parte de la base de que el mentada por parte de algún escritor del establishment habría
intelectual público se encuentra en proceso de declive en la hecho que la propuesta de reforma del autor tuviera mayor
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Revist a de alces XXI Número 3 , 2016-2017