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metas u objetivos claros. Esto facilita el establecimiento de   de qué sea lo cultural).  La implicación (teórica y política)
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 una evaluación (de frecuentes tonos paternalistas) en torno   más importante, en cualquier caso, es una concepción su-

 a los “éxitos” y “fracasos”, las “victorias” o “derrotas” de los   mamente estática del cambio social e histórico, por la que la

 movimientos. Las metas u objetivos explícitos de un mo-  realidad social cristaliza en un orden que resulta inalterable

 vimiento (cuando los hay) no determinan necesariamente,   en su estructura profunda.
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 sin embargo, su trayectoria. Un movimiento puede “fraca-  La sociología de los movimientos sociales ha sostenido

 sar” en sus objetivos explícitos y sin embargo producir otro   numerosos debates en torno a estos y otros muchos proble-

 tipo de efectos o transformaciones inesperadas. Un movi-  mas relacionados con la caracterización general de los mo-

 miento puede tener “éxito” en sus metas declaradas, mien-  vimientos y de sus aspectos culturales. Autores clásicos del

 tras que la causa de su surgimiento puede igualmente per-  campo como Tilly o Tarrow, si bien se han mostrado sensi-

 manecer hasta mucho tiempo después. Lo que se pierde ahí   bles a consideraciones de carácter estructural, han podido

 es la capacidad de ver los movimientos no como potenciales   en ocasiones caer en concepciones subjetivistas de los mo-

 actores, sino como vehículos de transformaciones estruc-  vimientos, así como en una consideración instrumental de

 turales que ya están teniendo lugar en la formación social,   los aspectos culturales. Según el clásico esquema de Tilly, las

 al margen de su “triunfo” o “fracaso”. Un triunfo o fracaso   manifestaciones y producciones culturales constituirían un

 que, por otra parte, solo se mide desde la consagración de

 un movimiento como digno de pertenecer al escenario de   factor importante en el despliegue de las demostraciones de

 lo existente, desde su adición, en otras palabras, al orden.   confianza, unidad, compromiso y número (Tilly 3-4) que

 En tercer lugar, esta concepción tiende a considerar los mo-  para Tilly conforman el núcleo de un movimiento social.

 vimientos exclusivamente como instancias de protesta, es   Pensemos en eventos como conciertos, recitales, etc. donde

 decir, de reacción ante un estado de cosas, implícitamen-  la presencia de una cualidad cultural refuerza el sentido de

 te subalterno a las acciones de otros actores. Una cuarta y   pertenencia, de participación en un movimiento.

 última reducción, relacionada con las anteriores, tiene im-  Ha habido, sin embargo, otras elaboraciones de lo cultu-

 portantes consecuencias sobre la consideración de aspectos   ral desde la sociología de los movimientos sociales. Autores

 culturales, que por supuesto también se encuentran delimi-  como James Jasper o Jeff Goodwin, por ejemplo, se encuen-

 tados en una función social preestablecida y que, por lo ge-  tran entre los iniciadores de toda una escuela de investiga-

 neral, reduce las dimensiones culturales de los movimientos

 a un papel instrumental. Lo cultural tiende a ser observa-  1  Para un completo panorama de los diferentes paradigmas en la sociolo-

 do como elemento instrumental de movilización, o funda-  gía de los movimientos sociales, v. Jasper, The Art of Moral Protest 17-99.

 mento de la formación de la identidad colectiva que confor-  Para un panorama similar desde el ámbito de la antropología, v. Escobar

 ma al movimiento como sujeto: himnos, canciones, obras   “Culture, Practice and Politics”.

 artísticas, propaganda, todos aquellos ejemplos de objetos   2  Para un análisis de las implicaciones teóricas (e ideológicas) del funcio-

 culturales concretos (de acuerdo a una delimitación previa   nalismo, v. Juan Carlos Rodríguez La norma literaria.




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 Revist a   de   alces   XXI                                  Número  3 , 2016-2017
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