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reparo alguno” (2010, 9). Desde el arte de seducir román-                                                               se limita a escuchar, sino que asume la investigación y so-

         tico, del cual el don Juan de Zorrilla era el maestro, hemos                                                            luciona el asesinato en Black, black, black. De forma análo-

         pasado a lo que Derrida ha llamado la violencia de la letra                                                             ga, en Un detective no se casa jamás es la criada quien des-

         o Teresa de Lauretis la violencia de la retórica. La seducción                                                          cubre los acontecimientos delictivos, quien desenmascara

         remite al engaño, y paradójicamente al placer de ser enga-                                                              a los culpables y quien se venga de las víctimas, delante de

         ñado. La postmodernidad se nutre de relativismo y menti-                                                                la mirada atónita de Zarco, Olmo y el asesino. En su des-

         ras, de corrupción, de las seducciones del capitalismo tar-                                                             plazamiento desde el centro a la periferia, Sanz se desmar-


         dío y de la falsa conciencia liberal. Si Zarco se deja seducir                                                          ca del detective tradicional de la novela policiaca por an-

         por Olmo, la novela de Marta Sanz seduce a sus lectores y                                                               tonomasia, como el propio Philip Marlowe de Raymond

         lectoras: nos dejamos convencer una y otra vez por eventos                                                              Chandler, cuya quintaesencia era una masculinidad reforza-

         que no han acontecido y solo al final Paula nos revela que,                                                             da en la memoria colectiva por los actores que lo han inter-

         como Zarco y Olmo, somos unos imbéciles.                                                                                pretado (Humphrey Bogart, Robert Montgomery y Robert

             El epígrafe de Un buen detective no se casa jamás es una                                                            Mitchum, entre otros). En cambio crea a un detective gay


         cita de los Apuntes sobre la novela policíaca de Raymond                                                                que vive su homosexualidad de forma problematizada. Pero

         Chandler, el padre del detective Philip Marlowe, de la cual                                                             no se limita a eso. Son las mujeres las que atan los cabos y

         Sanz saca su propio título. Chandler afirma que el amor                                                                 resuelven los puzles, mujeres doblemente periféricas: la pri-

         “casi siempre debilita una novela policíaca, pues introdu-                                                              mera por su discapacidad (la coja Paula Quiñones), y la

         ce una especie de suspense contrario a la lucha del detective                                                           segunda por su proveniencia (la indígena latinoamericana

         por resolver el problema. Es algo que falsea las cartas […]                                                             Charly Madariaga).

         Un buen detective no se casa jamás” (2012, 9). De nuevo                                                                     Teresa de Lauretis y Hal Foster señalan que el postmo-

         Sanz comenta sobre su personaje desde el mismo epígrafe,                                                                dernismo se caracteriza por una incertidumbre epistemo-


         y socaba su autoridad en cuanto detective enamorado. Y de                                                               lógica originada por ideologías contrastantes, al punto que

         nuevo juega con sus lectoras y lectores al sugerir que si se                                                            se podría hablar de dos diferentes movimientos: el postmo-

         trata de una novela detectivesca es una novela muy sui gene-                                                            dernismo de resistencia que intenta deconstruir el moder-

         ris.                                                                                                                    nismo para oponerse al statu quo, y el postmodernismo de

             A pesar de las referencias al género negro o detectives-                                                            reacción que repudia el modernismo solo para celebrar el


         co desde los mismos dos títulos, el atractivo investigador                                                              orden actual. En ambos casos, si el modernismo tenía como

         privado de Marta Sanz difiere de sus homólogos literarios                                                               referente un destino histórico (tal vez una utopía), el pro-

         más ilustres por no solucionar ningún caso. Como Sherlock                                                               ceso deconstructivo de la postmodernidad lleva al desmo-

         Holmes, Arturo Zarco comunica con un interlocutor, pero                                                                 ronamiento y cuestionamiento de dicho destino, de dicho

         Paula Quiñones, a diferencia del doctor John Watson, no                                                                 fin. En sus novelas, sin forzar límites y sin imponer limita-






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