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ciones, Marta Sanz critica el statu quo y la falta de utopías.
Ataca al individuo que no quiere ver lo que pasa, que no
sabe mirar más allá de su centro, que no puede escuchar a
nadie más que a sí mismo, y que se deja seducir. Su dípti-
co termina con una amarga —e irónica— reflexión sobre el
individualismo, la ceguera, la mentira y la falsa conciencia,
y a la vez con una esperanzadora realización de la necesidad
de saber mirar más allá de uno mismo. A pesar de la para-
dójica escena de violencia en la que se encuentra, Zarco co-
menta que “[t]odo sucede en el cuarto de al lado. Para certi-
ficar nuestra estupidez. Todo ocurre en el lugar hacia el que
no dirigimos la vista […] y, entonces, sé que lo que debería
hacer en este momento es mirar por todas partes. […] De-
bería interesarme por lo que no sucede aquí ahora mismo”
(2012, 310). Y por fin deja de imaginar a Paula dentro de sí
mismo y la llama: “Ahora es cuando de verdad me preocupo
por mi coja ausente y temo que sus voces fantasmáticas sean
el anuncio de una mala noticia a mi regreso” (2012, 314).
Paula vuelve así a recobrar su autonomía y subjetividad.
Sin duda alguna Marta Sanz es una de las voces más ori-
ginales y sofisticadas del panorama literario de la España ac-
tual. Su obra sobresale tanto por su complejidad, como por
su intencionalidad. En sus historias, como el propio Zarco
comenta, “son más importantes los ecos que las voces. La
verberación” (2012, 292). Y es precisamente en los ecos y
en las verberaciones donde se encuentra el propósito so-
cio-político de sus novelas, su compromiso como escritora.
Barbara Zecchi,
University of Massachusetts Amherst
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Revist a de alces XXI Número 2 , 2014-2015