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persona (57). La cineasta no logra arrancar el testimonio   sur: Casas Viejas (1995), que recrea la sublevación brutal-

 del verdugo de su padre, lo que nos sugiere, dice Estrada,   mente sofocada que ocurrió en la aldea Casas Viejas, Cádiz,

 que la labor de desenterrar la verdad histórica no puede o   en 1933. Patino incurre en el uso fraudulento de las con-

 no debe realizarse desde el ámbito personal exclusivamente.  venciones del género documental, creando sus propios do-

 El capítulo 3 examina un corpus diverso: Rejas en la me-  cumentos históricos. Si el rol del historiador es otorgar legi-


 moria (2004),  Mujeres en pie de guerra (2006),  Aguaviva   timidad al discurso, utilizando el documental como tarima

 (1996) y Esperanza Martínez (2006). Los tres últimos son   para divulgar conocimiento del pasado, el de Patino, con-

 proyectos afiliados a diferentes departamentos de la Univer-  cluye Estrada, quiere evitar que “nos sentemos pasivamente

 sidad de Zaragoza. Estrada nos lleva a reflexionar acerca de   a que la ´caja tonta´ nos dé lecciones de historia” (98).

 la relación entre testimonio e historia, esgrimiendo el en-  En el capítulo 5 (y último de la primera parte) la autora

 foque de Paul Ricoeur por el que el testimonio se articula   examina el concepto de “vieja” y “nueva” memoria a la luz

 como transición entre la memoria. Es el primer paso para   del análisis de La vieja memoria (1978), de Jaime Camino.


 la construcción del discurso histórico, donde “la memoria   Para la autora, el título y su contraste con otros documen-

 llega a transformarse en historia cuando el testimonio llega   tales que llevan la palabra memoria en el título (Rejas en la

 a formar parte del archivo” (73). Excepto en el Rejas, que   memoria, La guerrilla de la memoria) nos confirma un cam-

 sigue un formato divulgativo, el testimonio ocupa un lu-  bio de paradigma, de la vieja a la nueva memoria, en la re-

 gar central y no supeditado a la autoridad del discurso his-  cuperación del pasado. La “vieja” memoria es la que recupe-

 tórico, es decir, en el resto de documentales se “entiende el   ran los varios documentales que se hicieron en los años 70

 testimonio desde el pathos, la emoción y la vivencia, des-  y 80 en plena Movida pro-olvido; muchos de ellos, como


 de el derecho a recordar sin recordar el recuerdo como ver-  Informe General (1976) de Pere Portabella, pasaron sin pena

 dad histórica” (85). El trabajo de cámara, la brevedad de la   ni gloria. A ellos les contrapone Estrada la multitud de do-

 voz en off, y el montaje presentan el conocimiento histórico   cumentales elaborados a partir de la década de los noventa.

 desde el punto de vista de la voz femenina. Argumenta Es-  Estrada desentraña el lenguaje cinematográfico mediante

 trada que, si en el pasado no muy lejano han sido excluidas   el cual Camino consigue hacer “dialogar” a personalidades

 las mujeres de las narrativas hegemónicas, los documentales   políticas con conocimiento de primera mano de los aconte-

 Mujeres en pie de guerra, Aguaviva y Esperanza Martínez las   cimientos de la Guerra Civil española. Una diferencia fun-


 visibiliza, mostrando el pathos como componente funda-  damental separa a la “vieja” memoria de la “nueva”: la re-

 mental de conocimiento histórico.  cuperación de la memoria del trauma de las víctimas de

 El capítulo 4 ahonda en las convenciones del género do-  la Dictadura no está presente en la primera. Camino, con

 cumental a través del examen de varios de los largometrajes   el juego malabar trucado de planos y contraplanos donde

 de Basilio Martín Patino. La autora se detiene en El grito del   las personalidades dan la apariencia de estar conversando,






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 Revist a   de   alces   XXI                                  Número  2 , 2014-2015
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