Page 377 - Revista2
P. 377

alineadas políticamente con las autoridades coloniales, ex-  rroquí musulmán, y Barce, un español cristiano, de acuer-

 presen su aprecio por la “labor civilizadora” llevada a cabo   do con Ricci, están conectados a lo que Bhabha y Anzaldúa

 por los españoles. Muchos de estos escritores contribuye-  han llamado el tercer espacio. Ricci propone que ambas cul-

 ron a propagar el discurso hispanotropicalista de herman-  turas, la musulmana y marroquí y la cristiana española, se

 dad hispano-marroquí que caracterizó al colonialismo espa-  estructuran en torno a este tercer espacio que actúa simul-

 ñol de finales del XIX y gran parte del siglo XX.   táneamente de frontera y puente entre ambas.

 Capítulo 2, “‘Desventuras de la conciencia nacional’ y   Capítulo 5, “Regreso a Al-Andalus en ‘patera’” continúa


 nostalgias de Al-Andalus”, analiza la nostalgia colonial ex-  explorando la obra de otros escritores hispanófonos como

 presada por muchos de los escritores hispanófonos contem-  El Fathi, Amrani y Sibari como ejemplos de escritura in-

 poráneos tras la independencia de Marruecos. El discurso   tersticial. A lo largo de esta segunda mitad del libro, Ricci

 nostálgico presente en la obra de autores como Mohamed   intenta establecer un vínculo entre la obra de estos autores

 Chakor, Ahmed Mgara, y Said Jdidi expresa no sólo una   y lo que podríamos denominar como el canon de la litera-

 actitud ambivalente hacia el periodo colonial, sino también   tura intersticial definido por Bhabha y Anzaldúa.

 su desilusión por el Marruecos que emergió tras la indepen-  Capítulo 6, “Literatura marroquí fronteriza-Literatura


 dencia.   sin fronteras: Ahmed Ararou”, presenta la obra de Ararou

 Capítulo 3, “Repensar el involucramiento de la mujer   como el principal exponente de la escritura intersticial en la

 marroquí en el ámbito poscolonial”, explora la moderniza-  literatura hispanófona del Magreb, un discurso deterritoria-

 ción del rol de la mujer en el Marruecos contemporáneo. El   lizador que Ricci compara con las ficciones de Borges.

 nuevo Código de Familia aprobado por  el gobierno marro-  ¡Hay moros en la costa! concluye con un capítulo sobre

 quí en 2003 intentaba defender una serie de derechos para   las identidades amazigh/catalana articuladas por escritores

 las marroquíes, pero las narraciones de autoras como Kari-  como Najat El Hachmi, Laila Karrouch, y Saïd El Kadaoui.

 ma Toufali y Sanae Chairi y hombres como Larbi El Harti   Tras alabar la calidad de L’últim patriarca como un exce-

 sugieren que todavía queda mucho camino por andar. Re-  lente ejemplo de hibridez cultural, Ricci critica la última


 sulta interesante el hecho de que sean las narraciones de El   novela de El Hachmi’s, La caçadora de cossos, que interpre-

 Harti las que mejor pueden compaginarse con las reivindi-  ta como el fracaso de Najat de superar la presión comercial

 caciones feministas. Es precisamente este tipo de paradojas   por convertirse en un icono multicultural.

 lo que hace interesante la literatura magrebí en catalán y es-

 pañol, en mi opinión.

 Capítulo 4, “Mohamed Lahchiri y Sergio Barce Gallardo:   Adolfo Campoy

 epítomes del escritor fronterizo”, presenta a ambos escrito-  Oakland University


 res como ejemplos de escritura intersticial. Lachiri, un ma-






 376                                                                                                          377
 Revist a   de   alces   XXI                                  Número  2 , 2014-2015
   372   373   374   375   376   377   378   379   380   381   382