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alineadas políticamente con las autoridades coloniales, ex- rroquí musulmán, y Barce, un español cristiano, de acuer-
presen su aprecio por la “labor civilizadora” llevada a cabo do con Ricci, están conectados a lo que Bhabha y Anzaldúa
por los españoles. Muchos de estos escritores contribuye- han llamado el tercer espacio. Ricci propone que ambas cul-
ron a propagar el discurso hispanotropicalista de herman- turas, la musulmana y marroquí y la cristiana española, se
dad hispano-marroquí que caracterizó al colonialismo espa- estructuran en torno a este tercer espacio que actúa simul-
ñol de finales del XIX y gran parte del siglo XX. táneamente de frontera y puente entre ambas.
Capítulo 2, “‘Desventuras de la conciencia nacional’ y Capítulo 5, “Regreso a Al-Andalus en ‘patera’” continúa
nostalgias de Al-Andalus”, analiza la nostalgia colonial ex- explorando la obra de otros escritores hispanófonos como
presada por muchos de los escritores hispanófonos contem- El Fathi, Amrani y Sibari como ejemplos de escritura in-
poráneos tras la independencia de Marruecos. El discurso tersticial. A lo largo de esta segunda mitad del libro, Ricci
nostálgico presente en la obra de autores como Mohamed intenta establecer un vínculo entre la obra de estos autores
Chakor, Ahmed Mgara, y Said Jdidi expresa no sólo una y lo que podríamos denominar como el canon de la litera-
actitud ambivalente hacia el periodo colonial, sino también tura intersticial definido por Bhabha y Anzaldúa.
su desilusión por el Marruecos que emergió tras la indepen- Capítulo 6, “Literatura marroquí fronteriza-Literatura
dencia. sin fronteras: Ahmed Ararou”, presenta la obra de Ararou
Capítulo 3, “Repensar el involucramiento de la mujer como el principal exponente de la escritura intersticial en la
marroquí en el ámbito poscolonial”, explora la moderniza- literatura hispanófona del Magreb, un discurso deterritoria-
ción del rol de la mujer en el Marruecos contemporáneo. El lizador que Ricci compara con las ficciones de Borges.
nuevo Código de Familia aprobado por el gobierno marro- ¡Hay moros en la costa! concluye con un capítulo sobre
quí en 2003 intentaba defender una serie de derechos para las identidades amazigh/catalana articuladas por escritores
las marroquíes, pero las narraciones de autoras como Kari- como Najat El Hachmi, Laila Karrouch, y Saïd El Kadaoui.
ma Toufali y Sanae Chairi y hombres como Larbi El Harti Tras alabar la calidad de L’últim patriarca como un exce-
sugieren que todavía queda mucho camino por andar. Re- lente ejemplo de hibridez cultural, Ricci critica la última
sulta interesante el hecho de que sean las narraciones de El novela de El Hachmi’s, La caçadora de cossos, que interpre-
Harti las que mejor pueden compaginarse con las reivindi- ta como el fracaso de Najat de superar la presión comercial
caciones feministas. Es precisamente este tipo de paradojas por convertirse en un icono multicultural.
lo que hace interesante la literatura magrebí en catalán y es-
pañol, en mi opinión.
Capítulo 4, “Mohamed Lahchiri y Sergio Barce Gallardo: Adolfo Campoy
epítomes del escritor fronterizo”, presenta a ambos escrito- Oakland University
res como ejemplos de escritura intersticial. Lachiri, un ma-
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Revist a de alces XXI Número 2 , 2014-2015