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vos, y poco integrados en la narrativa actual. Las historias La instrumentalización del fenómeno del cuentacuentos
siguen adecuándose a su audiencia. Personajes populares en El cuentacuentos no desarrolla un solo género. Como na-
la actualidad se convierten en arquetipos, se incorporan a rrador de ficción, propia o ajena, está más cerca del teatro,
la ficción con sus virtudes o defectos: políticos demagogos, pero hay otras figuras, englobadas en este fenómeno por
personajes de las revistas del corazón, personajes de ficción compartir espacios y narrar historias en público; me refiero
de moda. Los cuentacuentos se pliegan a su vez a carac- al narrador de anécdotas o el coacher, mucho más próximos
terizarse de estos arquetipos, sus actuaciones pueden bus- al arte del orador que al arte de contar cuentos.
car intencionadamente la parodia: relatos de persecuciones Orador y narrador comparten recursos escénicos. El ora-
imitando la locución de comentaristas deportivos, o la de dor es un actor de formación. Comparte con el intérprete
un locutor o personaje popular. El cambio de acento para de ficciones, también deambulante de escenarios, el domi-
adaptarse a otro habla responde a la exigencia de los arque- nio de la voz y el gesto, la interpelación al público, el espe-
tipos para hacer más familiar la historia que se relata al pú- jismo de que sostiene un diálogo con los espectadores que
blico. Este no asiste a una representación que va a contarle en el caso del orador no es tal.
una historia que conoce, busca la historia nueva, exacta- Como no resulta infrecuente en la ficción encontrar en
mente igual que el lector o el espectador de cine o teatro. Y la narración corta historias ejemplarizantes, profundamen-
de nuevo la maestría cae en el campo de la habilidad perso- te reflexivas, el orador está próximo a cierto repertorio del
nal. El cuentacuentos se diferencia no solo por su habilidad cuentacuentos, pero el fin al que dirige sus actuaciones tie-
como locutor, sino como narrador, como autor de sus pro- ne como motor el discurso y el mensaje en él contenido, no
pias ficciones. Y es aquí donde se genera el mismo fenóme- la historia en sí.
no que ha caracterizado al relato tradicional en el folklore: Un orador, coacher o narrador de anécdotas no es un cuen-
por un lado, cuanto más inmerso en el imaginario de una tacuentos, pero se sirve del arte de contar para integrarlo en
comunidad, más pervive la historia en la memoria. Los asis- un acto comunicativo que tiene como fin formar para el li-
tentes podrán contarla y repetirla, pero se va estereotipan- derazgo, la motivación de equipos, la gestión del cambio
do. El cuentacuentos, por otro lado, confía más en el regis- personal o autoayuda, la comunicación con fines doctrina-
tro impreso que en la memoria para difundir su obra como les, que han relegado la parábola evangélica para servirse de
autor, no tanto porque no confíe en la memoria, que conlle- la historia ejemplarizante en la que se actualiza el escenario,
va la pérdida del nombre del autor de la historia, sino por- el tiempo, los personajes y sus circunstancias.
que el prestigio sigue residiendo en la página impresa. Así, Las publicaciones destinadas a compilar historias que lue-
el cuentacuentos se postula como autor en la ficción encap- go pueden ser relatadas ad hoc se suman semana a semana
sulada a la que quiso rebelarse con su nacimiento. en listas interminables. No voy a citarlas, pero sí a descri-
bir brevemente sus recursos, idénticos a las nuevas historias
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Revist a de alces XXI Número 2 , 2014-2015