Page 303 - Revista2
P. 303

vos, y poco integrados en la narrativa actual. Las historias   La instrumentalización del fenómeno del cuentacuentos

 siguen adecuándose a su audiencia. Personajes populares en   El cuentacuentos no desarrolla un solo género. Como na-

 la actualidad se convierten en arquetipos, se incorporan a   rrador de ficción, propia o ajena, está más cerca del teatro,

 la ficción con sus virtudes o defectos: políticos demagogos,   pero hay otras figuras, englobadas en este fenómeno por

 personajes de las revistas del corazón, personajes de ficción   compartir espacios y narrar historias en público; me refiero

 de moda. Los cuentacuentos se pliegan a su vez a carac-  al narrador de anécdotas o el coacher, mucho más próximos

 terizarse de estos arquetipos, sus actuaciones pueden bus-  al arte del orador que al arte de contar cuentos.


 car intencionadamente la parodia: relatos de persecuciones   Orador y narrador comparten recursos escénicos. El ora-

 imitando la locución de comentaristas deportivos, o la de   dor es un actor de formación. Comparte con el intérprete

 un locutor o personaje popular. El cambio de acento para   de ficciones, también deambulante de escenarios, el domi-

 adaptarse a otro habla responde a la exigencia de los arque-  nio de la voz y el gesto, la interpelación al público, el espe-

 tipos para hacer más familiar la historia que se relata al pú-  jismo de que sostiene un diálogo con los espectadores que

 blico. Este no asiste a una representación que va a contarle   en el caso del orador no es tal.

 una historia que conoce, busca la historia nueva, exacta-  Como no resulta infrecuente en la ficción encontrar en


 mente igual que el lector o el espectador de cine o teatro. Y   la narración corta historias ejemplarizantes, profundamen-

 de nuevo la maestría cae en el campo de la habilidad perso-  te reflexivas, el orador está próximo a cierto repertorio del

 nal. El cuentacuentos se diferencia no solo por su habilidad   cuentacuentos, pero el fin al que dirige sus actuaciones tie-

 como locutor, sino como narrador, como autor de sus pro-  ne como motor el discurso y el mensaje en él contenido, no

 pias ficciones. Y es aquí donde se genera el mismo fenóme-  la historia en sí.

 no que ha caracterizado al relato tradicional en el folklore:   Un orador, coacher o narrador de anécdotas no es un cuen-

 por un lado, cuanto más inmerso en el imaginario de una   tacuentos, pero se sirve del arte de contar para integrarlo en

 comunidad, más pervive la historia en la memoria. Los asis-  un acto comunicativo que tiene como fin formar para el li-

 tentes podrán contarla y repetirla, pero se va estereotipan-  derazgo, la motivación de equipos, la gestión del cambio


 do. El cuentacuentos, por otro lado, confía más en el regis-  personal o autoayuda, la comunicación con fines doctrina-

 tro impreso que en la memoria para difundir su obra como   les, que han relegado la parábola evangélica para servirse de

 autor, no tanto porque no confíe en la memoria, que conlle-  la historia ejemplarizante en la que se actualiza el escenario,

 va la pérdida del nombre del autor de la historia, sino por-  el tiempo, los personajes y sus circunstancias.

 que el prestigio sigue residiendo en la página impresa. Así,   Las publicaciones destinadas a compilar historias que lue-

 el cuentacuentos se postula como autor en la ficción encap-  go pueden ser relatadas ad hoc se suman semana a semana

 sulada a la que quiso rebelarse con su nacimiento.  en listas interminables. No voy a citarlas, pero sí a descri-


         bir brevemente sus recursos, idénticos a las nuevas historias






 302                                                                                                          303
 Revist a   de   alces   XXI                                  Número  2 , 2014-2015
   298   299   300   301   302   303   304   305   306   307   308