Page 264 - Revista2

tan Ferré y Gayà, atrae sobre todo a una audiencia madura,
de entre cuarenta a ochenta años. El dato se corresponde al
menos en parte con la gradual e importante defección ac-
tual de las generaciones jóvenes respecto de la televisión.
Pero es importante notar también y sobre todo que la me-
dia de edad de audiencia de Polònia se sitúa alrededor de
los sesenta años. Estamos, pues, ante una audiencia muy
madura y local que en general no incluye a los nuevos in-
migrantes o a los jóvenes indignados y que casi se corres-
ponde generacionalmente con la del propio Soler (nacido
en 1965). Una audiencia por tanto que, a diferencia de los
inmigrantes y los muy jóvenes, nutre su imaginario político
en el largo periodo que va desde los años ochenta hasta hoy
con la experiencia del franquismo y de la transición.
La traslación de Moritz entre la estrella soviética a la in-
dependentista produce pues, un inesperado y tendencioso
juego de desmitificación general del estado moderno que
recorre en paralelo el imaginario político de la audiencia,
que vio y vivió en España el deterioro real y la posterior caí-
da de las ideologías marxistas. Una audiencia madurada (y
envejecida) en y durante los años de la España democráti-
ca; es decir, desde el inicio de la transición al momento ac-
tual. De 1975 al 2014 tal imaginario en Catalunya, ancla-
40
do en un contexto de estado moderno, como en el resto de
España, pasa por el desencanto, el escepticismo, la indigna-
40 Ver los excelentes videos patrocinadores de la cerveza Moritz, de Bar-
celona en cualquiera de los episodios del programa. El video de pro-
moción ha cambiado algo de estilo a lo largo de los años, pero mantie-
ne todavía su eco marxi-soviético. Xavier Camós, del departamento de
Marketing y Comunicación de Moritz es uno de los responsables de la
estrategia de comunicación actual de la marca.
264
Revist a de alces XXI
ción y, recientemente, por un fuerte activismo popular co-
lectivo. Polònia, determinado a no dejar títere con cabeza,
juega sin reparo con todo ello con su tendenciosa sátira po-
lítica: Desde el franquismo al neoliberalismo, desde la es-
trella roja comunista a la estrella también roja de “Moritz;”
y desde ambas, a la estrella azul independentista de la este-
lada catalana, el programa ridiculiza, hace suyo y explicita
no solo el consumismo banal y espectacular de la política a
partir de la era de la caída de las ideologías sino también su
reemplazo.
De ese modo su intervención coincide en sus casi diez
años de recorrido —desde su emisión en TV3 en el 2006
hasta hoy— con el imaginario colectivo de una generación
(la de cincuenta-sesenta años) que vivió el franquismo, su
fin y el restablecimiento de la Generalitat, se desencantó de
la política, fue testigo del desmoronamiento de la URSS,
vio llegar las nuevas olas de inmigración, supo de los índi-
ces de alta corrupción en la era del ladrillo y vivió la con-
secuente degradación ambiental, sintió en su piel la crisis
económica, y es ahora testigo, en el momento de la salida a
la arena de Podemos, del progresivo desmoronamiento del
estado de derecho, sufriendo en carne propia la progresiva
desaparición de las estructuras democráticas y del estado de
bienestar. A ello hacen referencia los muy crueles y diver-
tidísimos episodios dedicados al rey Juan Carlos I (con un
espléndido Toni Albà caracterizando al Rey) y a la familia
real, que explicitan sin ningún pudor no sólo la decadencia
de la monarquía española sino también su inviabilidad. 41
41 Ver por ejemplo el episodio sobre el Rey Juan Carlos, “El rei no s’em-
bruta” (“El rey no se ensucia”), encarando los alegatos de corrupción.
265
Número 2 , 2014-2015