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Aunque #fP no emprende un tipo de protesta de tipo clá- física y públicamente la diversidad de sujetos y actividades
sico, como la que describe Rancière antes de estas líneas, autogestionadas (y que además son gratuitas), #fP invierte
la policía o las políticas urbanísticas neoliberales se quedan la lógica policial demostrando que sí, que hay mucho que
merodeando como una barrera posible que amenaza la rea- ver y hacer aquí.
lización de determinadas actividades y la aparición públi- La voluntad para acercarse a las personas desconocidas en
ca de ciertos sujetos —tanto los apolíticos (es decir, sin in- un evento como #fP no es fácil para todos, especialmente
tención política, como puede ser una señora que se sienta a estando dentro de la lógica de “move along” (por eso, para
charlar), como las actividades leve o indirectamente reivin- animar la participación, pintamos con tiza en grandes letras:
dicativas, como las que lleva a cabo el #fP—. Curiosamen- “todos invitados”). Ya no estamos acostumbrados a partici-
te, en un artículo de prensa sobre #fP, un participante hace par con desconocidos o a simplemente “estar” en el espacio
precisamente lo que Rancière define como “política”; trans- público sin un motivo concreto. Hoy en día, cuando ve-
forma el espacio de “move along” (de circulación) en un es- mos a un grupo de personas congregadas, y además con co-
pacio para la manifestación de un sujeto. Explica su actitud mida y sillas, estamos condicionados a suponer que se trata
y su acción de modo sencillo: “Este espacio es nuestro y aquí de un evento privado y que habrá que pagar algo. Mientras
nos quedamos” (Caldeiro). Esto mismo es lo que declaran estuve en la plaza de Salvador Seguí observé cómo muchas
las manos que han sido trazadas en tiza en la acera, los di- personas que cruzaban la plaza tenían curiosidad por saber
bujos colgados, el equipamiento que han traído a las plazas. de qué trataba el evento. Algunas se acercaban lentamente
También lo atestiguan los cuerpos humanos, especialmente a ver, o a coger algo de comer, o no se atrevían y continua-
los cuerpos de “la parte sin parte” de la sociedad, como las ban su camino. En cualquier caso, ese día vieron algo dife-
personas que ejercen la prostitución y los organizadores ac- rente. Al igual que en la famosa escena de En construcción de
tivistas, los inmigrantes de color, las personas de la tercera José Luis Guerín en la que los transeúntes se acercan a ver
edad, dos señores que se quedaron durmiendo o un chata- los restos arqueológicos descubiertos bajo un edificio derri-
rrero. Todos ellos estuvieron presentes, corporalmente, en bado (de hecho, en una calle al lado de la Plaza de Salvador
la plaza de Salvador Seguí y a todos ellos los tratan de ex- Seguí), irrumpe una aparición que contrasta con el paisa-
pulsar del paisaje visible de la Barcelona de diseño y marca je mundano. Las caras curiosas y un poco confusas de los
(Rancière, Desacuerdo). Al no pedir permiso para visibilizar transeúntes muestran la eficacia de la resistencia urbana, la
cual intenta redefinir la urbanidad mediante el contraste y
la yuxtaposición—“it lodges one world into another” (“hace
cio de ‘circulen’ en un espacio de manifestación del sujeto: por ejemplo, colisionar un mundo con otro”) (Rancière, “Ten Theses”
el pueblo, los trabajadores, los ciudadanos: tratan de reconfigurar el es- #10, mi traducción)—. Fernández Savater insinúa el mis-
pacio, lo que se puede hacer allí, lo que se puede ver o nombrar en él. Es mo funcionamiento de la resistencia, e igual que Rancière,
el litigio establecido de lo que puede percibirse y sentirse…”.
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Revist a de alces XXI Número 2 , 2014-2015