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nera. Weiss brinda varias ideas. La primera sería el fortaleci- Por su parte, Robin Blackburn pergeña también una es-
miento de la regulación internacional, “especially of short- trategia destinada a revertir el rumbo adoptado por la cri-
term financial flows” (“especialmente, de flujos financieros sis desde 2008. Tras un análisis muy contundente de di-
a corto plazo”; 128). En segundo lugar, esta autora detecta cha crisis, concluye que “[u]ltimately, the best way to tackle
una mayor y más abrasiva “marketización”, pero sugiere que the fundamental imbalances that produced the crisis will
“it is a mistake to assume that such a process, of necessity, be to reduce global poverty. If low wages and poverty hold
takes a neoliberal form” (“es un error asumir que este pro- back consumption and perpetuate global recession, then
ceso, por necesidad, tiene que adoptar una forma neolibe- ways must be found to restore demand at the roots of glob-
ral”; 129). En tercer lugar, y precisamente para facilitar los al economy” (“en última instancia, la mejor forma de abor-
dos primeros puntos de este desiderátum, Weiss comenta la dar los desequilibrios fundamentales que desencadenaron
importancia de “an interlocked system of ideas, norms, and la crisis es reducir la pobreza global. Si los bajos salarios y la
institutions which structure relations between state and so- pobreza frenan el consumo y perpetúan la recesión global,
ciety” (“un sistema interrelacionado de ideas, normas e ins- debemos por lo tanto encontrar avenidas para restaurar la
tituciones que estructuren las relaciones entre estado y so- demanda en la base misma de la economía internacional”;
ciedad”; 129). Este sistema evitaría la erosión democrática 46). Blackburn concretiza este plan general en seis ideas que
presente y la impresión de que los estados hacen las veces de toma prestadas de distintas fuentes: a) la implantación de
correas de transmisión para las exigencias de sistemas finan- un salario mínimo global, b) condenación de aquella deu-
cieros y mercados internacionales. Finalmente, y a modo de da privada y pública que responda a prácticas abusivas, c)
ritornelo en su ensayo, Weiss repite que hay formas de sin- nacionalización parcial o en su totalidad de aquellas empre-
cronizar la interacción entre lo “global” y lo “nacional” para sas que hayan recibido rescates públicos, d) planes de inver-
permitir que los estados puedan estimular sus propias eco- sión pública que saquen provecho de la ingente y asequible
nomías con propuestas independientes y para que se ejerza mano de obra desocupada, e) revalorización de proyectos
una “gobernanza” que asegure unos mínimos de estabilidad comunitarios que sirvan al bien común y no a la ley neoli-
(140). beral del máximo rendimiento, y f) la de-comercialización
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de áreas significativas de la vida social (47-59). Todos estos
10 La popularidad del término gobernanza en el discurso político espa- propósitos se realizarían sin una vuelta a modelos estatistas
ñol supone, además de un ejemplo de cursilería lingüística, un síntoma porque, como subraya Blackburn, “the command-economy
de la impotencia de los gobiernos para realizar la labor que a algunas vo-
ces les gustaría que realizase. Cuando se pide mayor gobernanza no que- model has had its day” (“la economía dirigida ha caducado
da claro quién puede realizarla si no son los gobiernos mismos. Si éstos definitivamente”; 59). Este importante propósito reformis-
no pueden, me pregunto quién o qué gestionará este poder. En realidad,
me temo que gobernanza es uno de esos seudo-conceptos para ilusionar- económico justo cuando éste hace de los gobiernos (a todos los niveles)
nos con una (inexistente) instancia de poder que pueda arbitrar el poder un peón manejable.
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Revist a de alces XXI Número 1 , 2013