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dental desde el crash de 1929.  propicia cascadas de préstamos de alto riesgo que se erigen

 Esta privatización de la deuda no arranca al mismo tiem-  no sólo en una práctica habitual sino además fomentada

 po ni progresa tampoco a idéntico ritmo en todos los países.   desde las entidades bancarias (“Crisis” 18). Durante estos

 Ahora bien, algunas de sus características resultan bastante   compases de la sinfonía neoliberal, el arreglo parece per-

 estables. En primer lugar, la banca termina por metamor-  fecto: por una parte, la deuda privada crea una nueva clase

 fosearse en entidades financieras con actividades de muy   de propietarios, que asimismo accede con relativa facilidad

 diversa  índole.  Nuevas  pautas  regulatorias  legalizan  estas   a toda índole de nuevos productos y mercancías; por otra,


 prácticas. Una de éstas no es ya el préstamo de dinero a un   el ultimísimo y más puntero sector del capitalismo (los cír-

 interés determinado, sino la especulación con esa deuda,   culos financieros) computan beneficios de una cuantía y a

 que se vende y revende en “paquetes” cada vez más sofisti-  una rapidez inusitadas. Esta fórmula resulta compatible (he

 cados y con un riesgo cada vez más alto: “asset-backed se-  aquí la belleza del entramado) con la moderación salarial,

 curities, derivative instruments based on them, more de-  la austeridad del gasto público, la privatización de sectores

 rivatives based in turn on those derivatives, and an infinite   y bienes comunes, y el conveniente letargo de colectivida-

 variety of insurance instruments” (“valores financieros res-  des obreras (ahora, oficialmente rebautizadas como “clase


 paldados por activos, instrumentos derivativos basados en   media”). Es esta amorfa y ubicua clase media, efervescente

 estos valores, más productos derivativos basados a su vez en   pero pendiente de un hilo, la que protagoniza y sufre el mi-

 estos primeros instrumentos derivativos, y una variedad in-  lagro de la multiplicación de los panes y los peces.

 finita de seguros”; Panitch y Konings 75). La prodigalidad   No debemos, en cualquier caso, exagerar la originalidad

 del crédito privado origina una ilusión de riqueza que, du-  de este sistema financiero que, en los 90, se pone a la van-

 rante unos años, se experimenta como real e incluso dura-  guardia del capitalismo transnacional. En un ensayo sobre

 dera. Igualmente real es la burbuja financiera que, como en   el historiador Giovanni Arrighi, su discípulo Tom Reifer re-

 la metáfora de la bola de nieve, avanza y crece y, al mismo   cuerda que los ciclos de larga duración del capitalismo se ca-

 tiempo, se vuelve inmanejable y peligrosa (Harvey, “Neoli-  racterizan por periodos finales de acumulación y sobre-acu-


 beralism” 36-37). De manera consubstancial a esta burbuja   mulación: “when these [cycles] reach their limits, capital

 de temerarias operaciones financieras (unas operaciones que   moves into de realm of high finance, where interstate com-

 dan nombre, en la impagable expresión de Susan Strange,   petition for mobile capital provides some of the greatest op-

 al “capitalismo de casino”), brotan otras burbujas especula-  portunities for financial expansions” (“cuando estos [ciclos]

 tivas entre las que destaca la inmobiliaria (en algunos paí-  alcanzan sus límites, el capital emigra al ámbito de las altas

 ses con marcada luz propia). Streeck revela que el domicilio   finanzas, donde la competencia inter-estatal por capitales

 familiar e incluso una segunda vivienda se vuelven inver-  móviles provee algunas de las mejores oportunidades para


 siones que multiplican su valor a ritmo vertiginoso, lo cual   la expansión financiera”; 121). Lo insólito de los 90 reside






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 Revist a   de   alces   XXI                                              Número  1 , 2013
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