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quirir líneas de crédito a tipos de interés cada vez más ven- tradictorios y, por lo tanto, producen crisis recurrentes. Las
tajosos para estos últimos. En fin, en esta etapa entramos de respuestas a estas crisis no emergen de la voluntad o de vi-
lleno en el universo paralelo de la deuda que, como ya ex- cios morales de sujetos determinados. Estas salidas vienen
plicaba Michael Mann en 2001, actúa como un mecanis- pre-figuradas por los principios rectores del capital, que en
mo de control externo y extra-gubernamental sobre las eco- cada sacudida se reinventa y afianza de acuerdo a un des-
nomías públicas nacionales. Los estados-nación persisten, envolvimiento inherente a su inercia histórica. Nadie niega
pero como mano ejecutora de medidas fraguadas en otras que existan otras posibles reacciones políticas a estas fases de
instancias (55-56). Falta concluir que este régimen de deu- vuelta de tuerca, pero en ningún caso hay lugar para la sor-
da soberana, a pesar de la alarma que crean sus efectos más presa o la indignación porque el capitalismo sea el capitalis-
palpables, dista mucho de ser transitorio, ya que se trata de mo y responda consecuentemente a unas tendencias cons-
un canon dominante de doctrina y gestión político-econó- tatadas desde sus inicios. En otros términos, se podría soñar
mica, ratificado por el Consenso de Washington. Éste san- con un capitalismo sin competencia ad aeternum, pero di-
ciona un alto desempleo, salarios en caída libre y el adelga- cha aspiración (ya lo sabemos por lo ocurrido tras la Segun-
zamiento de las medidas sociales paliativas (Balakrishnan da Guerra Mundial) tiene el recorrido que tiene porque este
47). La receta de la austeridad promete una salida a la crisis sistema requiere periódicamente de expansiones que rom-
pero no explica qué significa ese salir de la crisis. Malicio- pen las costuras de cualquier límite previo. Lo que no re-
samente se podría sospechar que esta falta de concreción se sulta admisible es pretender desgajar quirúrgicamente un
debe a que entre la crisis y su solución no habrá tantas di- “buen” capitalismo de otro “malo”, como si el conjunto de
ferencias ya que el capitalismo del siglo XXI constituirá, en sus ingredientes conformasen, no un todo holístico, sino
más de un sentido, una versión redomada del capitalismo un self-service de aspectos re-mezclables en la coctelera de li-
del siglo XIX (la escasez de trabajo como herramienta para berales con mala conciencia.
su devaluación, jornadas laborales amplificadas, sindicatos Es por esto que los intérpretes más interesantes del capi-
a los que no se le da tregua, salarios liliputienses, el estado talismo advierten contra su subjetivación e individualiza-
del bienestar como aspiración nostálgica, represión de cual- ción. No hay un sujeto individual o colectivo que ejerza un
quier desorden social y privatización de derechos previos decisionismo weberiano con el fin de dictar qué pasa o deja
como la educación o la sanidad). de pasar con el capitalismo. La trayectoria de éste no es el
A esta sintética historia le faltan elementos y sobre algu- resultado de un oscuro complot (a)histórico que determi-
nos volveré en las siguientes secciones. De lo narrado has- na la siguiente crisis. El capitalismo es un sistema y, como
ta ahora podemos extraer esta enseñanza: el capitalismo se todos los sistemas, necesita de actores participantes. Ahora
rige por unos principios a los que he llamado “lógica inter- bien, participar en un sistema implica márgenes y contex-
na”, “modus operandi” o “leyes”. Estos principios son con- tos pre-delimitados de voluntad y resolución que se reali-
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Revist a de alces XXI Número 1 , 2013