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co y además por la asunción de que esta tendencia resulta-  realizable en una fase temporal que Mandel, en su decisi-

 ría sostenible (“Crisis” 11). Esta presuposición no estaba (ni   vo ensayo, denomina “capitalismo tardío” o “tercer capita-

 está) fundada y, cuando el crecimiento inicia su desacelera-  lismo”, y cuyo eje vertebrador es la concentración transna-

 ción, los gobiernos convierten la inflación en una medida   cional de capitales tras dos primeros ciclos capitalistas más

 temporal para contener el “conflicto redistributivo” entre “a   claramente circunscritos al ámbito nacional (310-42). Esta

 working class, demanding both employment and a higher   competencia global, que marca el surgimiento de las prime-

 share in their country’s income, and a capitalist class striv-  ras compañías multinacionales, vuelve del todo inasumible


 ing to maximize the return of its capital” (“una clase traba-  un reajuste de beneficios y acumulación. No en balde, para

 jadora, que demanda empleo y una mayor participación en   la supervivencia de las empresas y firmas, es imperativo re-

 los beneficios del país, y una clase capitalista empeñada en   ducir costes de producción (salarios e impuestos) con el fin

 maximizar los beneficios de sus inversiones”; Streeck, “Cri-  de maximizar el crecimiento. Éste no sólo evita la absorción

 sis” 11). Las consecuencias de este desarreglo no se hacen   a manos de otros conglomerados transnacionales, sino que

 esperar, pues si la inflación, en un primer momento, pos-  permite además la eliminación de entidades en competen-

 pone el conflicto social, a largo plazo tan sólo lo empeora,   cia y la consecuente captación de sus mercados. En defini-


 estableciendo una insostenible escisión entre las posibilida-  tiva, en un marco económico en el que la competencia no

 des reales de la economía productiva y unos recursos que,   cesa de recrudecerse (y esto es un sine qua non del capita-

 tal y como son distribuidos, dicha economía sencillamente   lismo), las conmiseraciones sociales terminan por ser barri-

 no ofrece.  das por la necesidad estructural de engrosar y propagarse.

 Éste es el lapso durante el que se tambalean, como argu-  Cuando esta competencia se internacionaliza y agudiza, los

 menta Harvey, tanto los acuerdos de Bretton Woods (1944)   sistemas estatales de protección y redistribución saltan gra-

 para la regulación del comercio y de las finanzas internacio-  dualmente por los aires: una implosión a cámara lenta, pero

 nales, como el frágil equilibrio entre capital y trabajo (“Neo-  implacable en sus efectos.

 liberalism” 27). Lo verdaderamente resaltable de esta mu-  El giro de los 70 y 80 puede concretarse sucintamente


 tación es su naturaleza estructural. Dadas las características   en tres aspectos elementales. En primer lugar, se inicia una

 del capitalismo de posguerra, su desarrollo se topa con un   campaña activa contra el déficit. La reducción de éste, que

 claro límite a comienzos de la década los 70. En este pun-  había aplacado la tensión entre capital y trabajo, se traduce

 to, surgen varias soluciones capitalistas. Una de ellas pasa   de inmediato en tasas de desempleo como no se habían co-

 por seguir atendiendo a ciertas conquistas sociales (sueldos   nocido durante la posguerra. Para sortear el coste electoral

 competitivos y asistencia social). Esta solución crea ipso fac-  y reducir los riesgos ante varias tandas de despidos masivos,


 to gran estrés en el otro extremo de la cuerda: se estrechan   se sustituye el déficit por el endeudamiento público. Gra-

 los márgenes de beneficio y acumulación. Esto no resulta   cias a esta medida, se puede atenuar el resquebrajamiento






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 Revist a   de   alces   XXI                                              Número  1 , 2013
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