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tintos “naturales” de la sociedad, y la correspondiente ne- que no creo que corresponda a la impresión de la mayoría
cesidad de tutela, con lo que la historiadora Helen Graham de mis compatriotas.
ha identificado como uno de los “Franco effects” que han Me interesa dejar claro que la intención de estos apuntes
venido sobreviviendo hasta el presente: “the enduring belief no es, ni mucho menos, negar la importancia y la originali-
that citizens’ behaviour is potentially destabilizing” (Helen dad de Todo lo que es sólido; todo lo contrario, sencillamente
Graham, The War and Its Shadow: Spain’s Civil War in Eu- acepto la “invitación al debate” que pretende ser. Seré el pri-
rope’s Long Twentieth Century (Brighton: Sussex Academic mero en conceder la irrelevancia de mis quisquillosidades si
Press, 2012), p. 129). los lectores del libro se muestran receptivos ante su llamada
A pesar de su prominencia institucional en España, la re- por una regeneración moral y si Muñoz Molina contribuye,
lación de Muñoz Molina con su propio país es problemá- aunque sólo sea un poco, a que España empiece a salir del
tica; en este sentido, cabe colocarlo de lleno en la línea ge- marasmo en que se encuentra. Sin embargo, no puedo dejar
nealógica de Larra, Cernuda y Goytisolo. Como Cernuda, de sentir cierto escepticismo al respecto. El problema de la
Muñoz Molina es en muchos sentidos un “español sin ga- crítica y exhortación moral del tipo que emprende Muñoz
nas”. La conducta de sus compatriotas a menudo le inspira Molina en este libro es doble: primero, resulta muy difícil
enfado, tristeza o vergüenza. Sus experiencias en el extran- evitar el cliché paternalista de los libros de autoayuda; se-
jero (sobre todo Estados Unidos), en cambio, le han abier- gundo, en lo que a reformas y cambios concierne, deja muy
to los ojos a otras formas de vivir, convivir y trabajar, otras obvio el consabido trecho entre dicho y hecho, sin propor-
formas de hacer política o vivir en democracia. De ahí que cionar modos concretos de salvarlo. Desde luego, los clichés
parte de su visión crítica de España esté inspirada en esas no dejan de ser verdad: ¿quién niega que, como escribe Mu-
otras realidades. Muñoz Molina explica que empezó a es- ñoz Molina, “[u]na cultura personal se adquiere con mu-
cribir este libro en Nueva York; continuó trabajando en los cho tesón y mucho esfuerzo a lo largo de la vida” (73), que
meses del verano en España; y lo terminó durante una es- “Cada uno es como es” (167), que “No sabemos lo que su-
tancia de varios meses en Ámsterdam. Holanda le encantó, cederá mañana”, que “Nuestros actos hablan por nosotros
por cierto, hasta el punto que le parece una sociedad ideal: de una forma mucho más verdadera que nuestras palabras”
más trabajadora y moderada que España pero bastante me- (230), que “Es bueno el recuerdo que ayuda a aprender so-
nos puritana y despiadada que Estados Unidos. En un pasa- bre el presente pero también es bueno olvidar si la memoria
je precioso, Muñoz Molina llega a leer el tráfico en las calles actúa sobre la vida como un peso muerto” (202), o que “La
de Ámsterdam —en comparación con la agresividad espa- única manera de predicar la democracia es con el ejemplo”
ñola— como una metáfora de la convivencia democrática. (103)? Lo que me pregunto es hasta qué punto puede surtir
Como holandés capitalino, no deja de parecerme halagado- efecto proferir estas verdades hoy.
ra esta lectura positiva del tráfico en mi ciudad natal, aun- “En una sociedad sólida”, escribe Muñoz Molina, “los
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Revist a de alces XXI Número 1 , 2013