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nen que hacer menos ruido; ser más serios; trabajar más y su casa. Y el ciudadano que pase por ella que procure dejar el
gastar menos dinero en juergas; ser más tolerantes ante las mínimo rastro de su paso, porque cuanto menos se ensucie me-
diferencias internas y más civiles en la esfera pública; dar nos habrá que limpiar... El crítico literario que lea el libro de
verdad antes de juzgarlo. El escritor que repase cada una de sus
más peso a las sustancias que a las imágenes; y pelearse me- palabras y las someta a la evaluación exigente de otros… El pe-
nos para abrirse más al debate racional. Y es que, para Mu- riodista que se asegure de la veracidad de la información que va
ñoz Molina, el hedonismo de los años de la democracia ha a publicar... El investigador que investigue. El historiador que
producido una profunda erosión de valores. La desfigura- se esfuerce en contar las cosas como fueron y en desbaratar los
ción del paisaje, afirma, “es el equivalente visible de una embustes y las leyendas que nunca dejan de difundir los intoxi-
cados por las ideologías. (250-51)
fealdad de espíritu de la que no nos será menos difícil recu-
perarnos” (163, énfasis mío). Todo el país se ha quedado El libro de Muñoz Molina es directo, valiente y original.
estancado en el peor momento de la adolescencia: la gene- Aunque el autor se identifica con la izquierda, no es fácil aso-
ración que “pasó penurias para estudiar en la universidad... ciarlo con un grupo específico o una posición política de-
muchas veces no se ha molestado en inculcarles [a sus hijos] terminada. En efecto, llama la atención la distancia entre la
el sentido de la responsabilidad ni el amor por el estudio”, visión de Muñoz Molina y otros análisis críticos del presen-
en su afán por “inventar un mundo en el que no parecían te y pasado reciente español. Frente a los que, como Vicenç
existir los deberes” y “prolongar una ficticia juventud y … Navarro, rastrean muchos de los males actuales de España a
halagar a los jóvenes en vez de ejercer con ellos la responsa- una Transición injusta e incompleta, Muñoz Molina parece
bilidad de ser adultos” (203-04). defender la democracia hija de esa Transición —por imper-
La democracia y el bienestar, nos advierte Muñoz Moli- fecta que haya sido— como un gran logro. (“En nombre de
na, son muchísimo más frágiles de lo que parecen. Exigen la República más soñada que recordada de 1931”, escribe,
un esfuerzo y cuidado constantes, de todos. Esto significa “se menospreciaba la democracia que en 2006 llevaba du-
que cada ciudadano español, sea cual sea su trabajo o posi- rando casi treinta años” (15)). De hecho, si según Navarro
ción en el engranaje social, tiene que esforzarse más:
el problema es que no hubo ruptura radical con las estruc-
El estudiante que estudie, y si no quiere estudiar que aprenda turas y culturas del franquismo, Muñoz Molina argumenta
un buen oficio y disfrute poniendo toda su inteligencia en el lo opuesto: sugiere que la Transición significó el final de una
trabajo de sus manos. El profesor que enseñe, el padre y la ma- cultura de competencia y control tecnócratas en los cuerpos
dre que sean padre y madre y no aspirantes a colegas o halaga- administrativos del Estado, cuerpos que “venían de mucho
dores permanentes de sus niños. … El que maneje dinero pú-
blico que lo controle hasta el céntimo… El médico que recete antes de la Guerra Civil, y habían sido fundados con el pro-
la dosis más exacta posible de la medicina. El encargado de ba- pósito de limitar el poder arbitrario de los caciques territo-
rrer la calle que la deje tan limpia como si estuviera barriendo riales” (47). Ahí, en esa ruptura con la tradición, estuvo uno
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Revist a de alces XXI Número 1 , 2013