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EN: A mí me pasaba lo mismo que a Mercedes: estaba muy más valoradas para mí.
desconectada del circuito literario, no sabía cuáles eran los
códigos, iba a ciegas. Ni siquiera leía los suplementos cul- EN: Además, el crítico también está vigilado. Quiero de-
turales de los periódicos. Eso me daba una libertad que tal cir que él también se juega su prestigio con lo que dice so-
vez he perdido. La frescura de hacer algo que no sabes ha- bre los libros. Si al escritor fulano el establishment crítico lo
cia dónde va. En el caso de La ciudad en invierno ni siquiera pone bien, alguien que disiente puede sentirse tentado de
sabía que estaba escribiendo un libro. Esa despreocupación ocultar su disidencia para no jugarse su prestigio. Y al revés:
se nota en la lectura. Como no tenía ni idea de si el libro se si el establishment crítico pone mal una obra, entonces el di-
publicaría, posee una fuerza diferente. Mi lucha ahora es re- sidente quizá opte por callar su entusiasmo. En España, y
cuperar ese estado de despreocupación saludable. no sé si esto ocurre en otros países, nos importa mucho el
qué dirán y el prestigio. Creo que eso es lo peor de la crítica.
JB: ¿Os sorprendió alguna reacción, interpretación o lectu- Por supuesto hay excepciones, y supongo que no lo deben
ra de vuestros libros? de pasar nada bien. Aquí la independencia es una cosa muy
difícil de conseguir. Es un problema nacional. Por otra par-
MC: Llegó un momento en que veía las interpretaciones te, en el momento en que un libro tiene una contracubierta
bastante parecidas. Sacaban punta a lo mismo. Y me decep- o va precedido de una crítica, ya estás dirigiendo la lectura
cionaba un poco, quería que alguien dijera otra cosa. En el y condicionando las expectativas de una persona. Lo inte-
segundo libro de prosa, La nueva taxidermia, por ejemplo, resante es darlo a leer antes de que se haya publicado. Ahí
los tres muñecos que aparecen son emblemáticos de cosas. no hay asideros para descodificar tu escritura, así que vas a
Hay uno que es un madrileño que ha vivido en Nueva York, tener lecturas realmente distintas, porque cada uno se va a
con todo lo que eso implica, ese sentimiento de “soy inter- fijar en una cosa.
nacional”, y muy insistente al respecto. Y nadie ha hablado
de eso y a mí me parecía algo significativo. El libro ya no es JB: Quería saber cómo os posicionáis ante la tradición lite-
tuyo. También el crítico va con prisa. Son decepciones que raria española. Elvira, leí en un artículo reciente en Quime-
vas aprendiendo a lo largo del tiempo, el crítico tiene mu- ra cómo defendías a los clásicos españoles y decías que están
chas cosas que reseñar, es su trabajo, lo quiere hacer cuan- infravalorados por los escritores actuales (Adón 32-36).
to antes para hacer otras cosas. Para ti es tu obra y tu niño,
pero para ellos no. Muchos se dedican a resumir. Casi gen- MC: Creo que tengo escasez de lecturas o lecturas mal he-
te más amateur en Internet ha hecho críticas más frescas. chas. Hay libros de los que me han hablado como La vida
Odio esa palabra, “frescas”, pero, sí, más libres. Hacían esa perra de Juanita Narboni, y que de repente son como joyas es-
crítica porque realmente les apetecía. Esas críticas son las condidas que habría que recuperar. Igual que, por ejemplo,
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Revist a de alces XXI Número 1 , 2013