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desechadas en mi casa al grito de “¡Niña, apaga la tele! ¡Es nosticó Manuel Vázquez Montalbán en La literatura y la
una película española!”. Esta vez habría habido otra apre- construcción de la realidad democrática, a saber:
ciación: “¡Y encima en blanco y negro!”. Mis padres eran
absolutamente hegelianos con el cine: lo del año pasado por se habían creado las condiciones materiales para que el supues-
fuerza tenía que ser peor que lo de éste, pues los años su- to milagro político de la Transición consistiera simplemente en
maban cualidades. Eran progreso. El caso: veo La caza arro- la adecuación de unas superestructuras de poder a lo que en
base material ya se había dado: la conformación de una socie-
bada. Es una gran película que además, pienso, nos explica. dad fundamentalmente burguesa, cuya vanguardia, militara en
Sabemos a qué huele esa tierra, cuánta locura hay en que- la socialdemocracia o en los centros democráticos, había de ser
rer levantar hoy una urbanización en un páramo donde cre- la gran protagonista y beneficiaria de la Transición y la que apor-
cen unos arbustos infectos, y donde no hay una sola gota de taría cuadros, cargos y dirigentes a casi todas las formaciones
agua. La caza, sí, es una película española. De 1965. políticas y todos los estamentos de poder, que son la verdade-
ra silueta del establishment democrático. (…) Lo literariamente
Busco información sobre la peli. Leo en un blog: “Casi correcto en los años setenta y buena parte de los ochenta fue lo
se expone la historia como una cuenta atrás antes de que culterano y ensimismado, prohibida por implícito decreto una
se empiecen a pegar tiros unos contra otros. ¿Drama a lo literatura que tratara de forcejear con la realidad y utilizarse a sí
Peckinpah?” (Risingson). En ese mismo blog se reconoce misma como propuesta de conocimiento y proyecto. (…) Una
unas líneas más abajo que no se trata de un drama a lo Pec- vez conseguida la modificación de las superestructuras para ho-
mologarlas con lo democrático, la ambición democratizadora
kinpah, que al parecer, y según acaba de averiguar el autor ancló en el primer puerto de llegada. No fue más allá. Y es que
del blog, es Peckinpah quien es un drama a lo Saura. con la democracia llegó a España la ofensiva cultural neolibe-
ral desacreditadora de la dialéctica y de la crítica, y legitimado-
Dime de qué presumes y… ra de la fatalidad intrínseca de la realidad y la internacionaliza-
ción capitalista del sentido de la historia y de la cultura (citado
España. La Transición. Versión ligera de casi todo a lo que en Echevarría 32-33).
hemos llegado tarde. La Península quiere ser europea. Los
escritores quieren ser reconocidos inmediatamente como Al acertado diagnóstico de Manuel Vázquez Montalbán con-
europeos o americanos o como primer mundo. La Gran Li- viene sumarle un elemento que ha actuado a favor de esta
teratura tiene para ello la bendición de Juan Benet, que rene- neutralización del posicionamiento literario crítico con el
gó de la literatura realista y costumbrista que reinó durante poder, que en España tiene una larga historia. Me refiero al
la posguerra. El crítico literario español Ignacio Echevarría consabido complejo cultural español fruto de cuarenta años
nos recuerda en el artículo “La CT: un cambio de para- de dictadura (una dictadura que, como todas, se ha dedi-
digma”, perteneciente al libro colectivo CT o Cultura de la cado a exaltar lo nacional), que va a conllevar dos actitudes
Transición. Crítica a 35 años de cultura española, lo que diag- complementarias en muchos escritores españoles: renegar
de la tradición española (salvo de aquella reconocida “uni-
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Revist a de alces XXI Número 1 , 2013