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del macho, a quien no doblega ningún sol. Termina la pelí-                                                              letras del principio”, como dice mi madre, sin mirarlas si-

         cula y veo en los créditos que una parte se ha rodado en Se-                                                            quiera. Quizá estamos poniendo la mesa para la cena, o he-

         seña, municipio toledano tristemente famoso por haberse                                                                 mos ido al baño, o estamos abriendo una caja de bombones

         convertido en el ejemplo de un fracaso poco ennoblecedor:                                                               y buscando cuál es el de moca. El sabor a moca es el favori-

         junto al antiguo pueblo, el célebre empresario español Paco                                                             to de mi madre, y también el mío. “Las letras del principio”

         El Pocero proyectó una urbanización sin escatimar en fuen-                                                              acaban, en la pantalla el panorama no es nada halagüeño:

         tes, piscinas y campos de fútbol, obras para las que se nece-                                                           un edificio ladrillista demasiado familiar, un actor un poco


         sitaba mucha agua. Un agua de la que no hay rastro en aquel                                                             calvo y con algo de barriga, un coche como el que podrían

         páramo. En el Residencial Francisco Hernando se constru-                                                                tener mis padres, mis vecinos, los amigos de mis padres. Un

         yeron 5.100 pisos (inicialmente iban a ser más de 13.000),                                                              coche que no es un Porsche ni un Rolls Royce ni nada que

         y cuando comenzaron a venderse llegó el cataclismo inmo-                                                                parezca americano, o al menos suizo. Con todo, esperamos

         biliario (Gómez). Ya no había dinero para comprar paraísos                                                              unos minutos más por si acaso. Y entonces viene la confir-

         artificiales. Quién sabe si esas moles vacías que en 2008 se                                                            mación de que esa noche, o esa tarde, no habrá cine en casa.

         rodeaban de jardines con césped y palmeras (¡palmeras en                                                                El actor que se está quedando un poco calvo y que podría


         La Mancha!) fueron levantadas justo donde en el verano de                                                               ser el dueño del bar de abajo habla con un inequívoco deje

         1964 Saura y su equipo escenificaban una España seca y en-                                                              madrileño. Esperamos un poco más hasta estar seguros de

         loquecida. Desde luego, si la película de Saura no se rodó en                                                           que, oh desilusión, ¡ese actor no está doblado! ¡Qué horror!

         el melonar sobre el que El Pocero diseñó la actual urbe casi                                                            Mi padre entonces brama: “¡Niña, apaga la tele! ¡Es una pe-

         fantasma, no debía de haberle quedado muy lejos. A día de                                                               lícula española!”. A la película española no se le da ninguna

         hoy, pasar por esa nueva Seseña no es avistar casas, sino mo-                                                           oportunidad. No queremos saber de qué va, ni si los acto-

         numentos a las empresas amparadas en la estupidez. Todos                                                                res lo hacen bien, ni si el guión es inteligente. Nada. Si hu-

         los cuentos con moraleja podrían ser episodios del auge y                                                               biera sido de Paco Martínez Soria, de Antonio Ozores o de

         caída del Residencial Francisco Hernando. La película de                                                                Gracita Morales, tal vez habría tenido otra acogida, pues ese


         Saura también acaba fatal: a nadie sirve la caza. Casi todos                                                            tipo de humor campechano es la única españolidad que mis

         mueren.                                                                                                                 padres aceptan. Paso mi infancia sin ver una sola película

                                                                                                                                 española “seria”, aunque sin perderme La Bola de Cristal y

         ¡Apaga la tele, niña! ¡Es una película española!                                                                        sin dejar de oír el “Si es que como en España no se vive en


         Sábado por la tarde. O por la noche. Tal vez domingo. La                                                                ningún sitio”.

         España de los ochenta, con sólo dos canales de televisión.                                                                  Viernes 22 de marzo de 2013. Meto en el lector de cedés

         No hemos comprado esta semana la Teleindiscreta para sa-                                                                de mi portátil la película La caza, de Carlos Saura. Una de

         ber qué películas dan, así que esperamos a que se acaben “las                                                           esas películas españolas que habrían sido inmediatamente






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