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Francisco Ferré y Agustín Fernández Mallo, para hacer una Visión que vuelve a observarse en otros pasajes, como cuan-
valoración más concreta de la influencia de la ciencia y la do habla de una ciudad que “se construyó imitando el orden
tecnología en su literatura, el papel que tiene, y las tradicio- dictado por los dioses, obedeciendo a la matemática celes-
nes de las que se sirven. te plagada de triángulos y obediente a los círculos” (Efectos
13). Metáfora en la que describe a la urbe como un orga-
Germán Sierra y la ciencia frente a la complejidad del nismo vivo que fagocita incluso a los individuos que la ha-
mundo bitan. Punto de vista negativo que entronca con elementos
Germán Sierra (A Coruña, 1960) es autor de cinco novelas mitológicos para significar esas ínfulas de los humanos al
(El espacio aparentemente perdido, La felicidad no da el dinero, creernos dioses gracias al uso de la ciencia y la técnica, pero
Efectos secundarios, Intente usar otras palabras y Standards) y que conlleva “militares medidas de seguridad”, “códigos di-
un libro de relatos (Alto Voltaje), además de ser doctor en gitales”, “videocámaras” y “pistolas automáticas”. En este
medicina y profesor de bioquímica. texto, el autor nos sumerge dentro de un posthumanismo
Podemos definir a Sierra como un escritor posmoderno tecnológico que afecta a todos los individuos: los frecuenta-
conceptual que relativiza el conocimiento tecnocientífico, dores de gimnasios, los adictos a videojuegos o los amantes
aunque lo utilice abundantemente en su literatura. El espa- de la pseudociencia. Es en este entorno donde las grandes
cio aparentemente perdido narra el desengaño de una voca- empresas farmacéuticas tienen el control sobre amplias ca-
ción científica. Y en La felicidad no da el dinero el bombardeo pas de la sociedad. A ello debemos añadir la continua ob-
de elementos y contenidos tecnocientíficos es constante. sesión por el malestar físico y psíquico, por la ingestión de
En Efectos secundarios el autor presenta la tecnología como fármacos, por los productos de bioestética producidos por
ente agresor del medio, tal como se observa en la primera el instituto Oribashi-XTO, omnipresente en la novela.
frase de la novela, con un léxico cargado de conceptos tec- En el relato “Alto voltaje”, que forma parte de la colec-
nocientíficos, además de metáforas y símiles científicos: ción del mismo título, Sierra cuenta la historia de un inves-
tigador metido a periodista divulgativo en un medio sensa-
La vibración telúrica de las excavadoras y martillos neumáticos cionalista que debe visitar un pueblo en el que, al parecer,
se difunde —como se extiende el líquido inyectado en el mús- una serie de torres de alta tensión están produciendo enfer-
culo glúteo— por las anfractuosidades de la corteza, aprovecha
la elasticidad de las rocas pulverizadas y los apelmazados resi- medades cancerígenas entre sus habitantes. El relato en nin-
duos orgánicos que componen la capa más externa de la Tierra gún momento resuelve la relación de causa y efecto entre
para viajar hasta las puertas del infierno y rebotar contra las ro- las torres de alta tensión y el cáncer. Sin embargo, da buena
cas silicoaluminosas, más densas y compactas, regresando a la cuenta de la vulnerabilidad del ser humano en la sociedad
superficie deformada en seísmo casi imperceptible, silencioso y tecnocientífica en la que vive inmerso (Alto 76).
continuo como el crecimiento del cabello. (9)
En Intente usar otras palabras, novela que trata sobre nues-
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Revist a de alces XXI Número 1 , 2013