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Acotador. Se alza el telón. “Hamelin”, cuadro uno.                                                               o en la Jornada Primera de El burlador de Sevilla y convida-
                Montero. Esto no es una rueda de prensa. Han oído bien: esto                                                     do de piedra: “Don Juan: Juro, ojos bellos, que mirando me

                no es una rueda de prensa. Se trata de un encuentro informal.                                                    matáis” (179). Muchos elementos de la prosémica y de la

                Confidencial. Les he telefoneado personalmente uno a uno para                                                    cinésica necesitan, en efecto, un rótulo verbal para poder

                pedirles que viniesen a esta hora, mientras la ciudad duerme.

                Precisamente de eso se trata: de lo que pasa mientras la ciudad                                                  ser identificados o interpretados correctamente. El Acota-
                duerme. Acérquense, por favor.                                                                                   dor de Hamelin va indicando, con sus intervenciones, re-

                Acotador. Montero invita a los periodistas a mirar a través de                                                   acciones y gestos de personajes ausentes del escenario pero

                una gran ventana.                                                                                                virtualmente presentes en la trama y en la escena imagina-
                Montero. Desde aquí sed ve toda la ciudad. A través de esta ven-                                                 ria del espectador:

                tana he sido testigo de los progresos que hemos hecho en los úl-

                timos tiempos. El museo de arte moderno, el nuevo estadio, el                                                         Acotador.  Los  periodistas  devuelven  las  diapositivas  a  la  caja,

                auditorio... […].                                                                                                     sacuden la cabeza como negándose a aceptar lo que han visto,

                Acotador. Silencio. (13)
                                                                                                                                      intercambian muecas de asco, se despiden sin palabras de Mon-
                                                                                                                                      tero […] (15)
             Las intervenciones del Acotador van desde la simple in-


         formación paratextual (se alza el telón, Hamelin cuadro uno)                                                                Más sutil y delicada, la noción de tiempo dramático re-

         hasta la construcción de los elementos del escenario (una                                                               presenta desde siempre un desafío para los dramaturgos. El

         gran ventana). Como constatamos en este ejemplo, el Aco-                                                                barroco no se limitó, por medio de la palabra, a crear espa-

         tador no es la única instancia en quien se apoya el drama-                                                              cios. Se observan las alusiones al tiempo, sobre todo el paso

         turgo para edificar la escenografía en la imaginación de los                                                            del tiempo acaecido entre uno y otro acto, como es el caso

         espectadores. Los personajes, en este caso Montero, a través                                                            de los dos primeros ejemplos de La dama boba y el tercero


         de la introducción de los verbos videndi —empleados a me-                                                               del Alcalde de Zalamea calderoniano:

         nudo en el barroco (Arellano 422-424)— va modelando el

         perfil urbano y los espacios exteriores de la obra.                                                                            Fenisio.              En fin, ha pasado un mes

             La palabra del Acotador también recalca una visualidad                                                                                           y no se casa Liseo. (107)

         del rostro y sugiere expresiones y rasgos difícilmente per-

         ceptibles por el espectador. El teatro barroco recurre a me-                                                                   Finea.                No ha dos meses que vivía

         nudo a esta función de la palabra para poner de relieve una                                                                                          a las bestias tan igual (143)


         intensidad deseada. Así, por ejemplo, en la Jornada Primera                                                                    Isabel.               Estaba anoche gozando

         de Don Gil de las calzas verdes, de Tirso de Molina: “Doña                                                                                               tranquila

         Inés: ¡Qué airoso y gallardo talle!/¡Qué buena cara!” (127),                                                                                         que al resguardo de tus canas

                                                                                                                                                              mis años me prometían (263)





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