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En Hamelin, Juan Mayorga insiste en la complicidad y en

         la cooperación del espectador para que el teatro sea posible.                                                                  Moscón.               Pues dejando en pie la duda

         El tiempo, como el espacio, los personajes y todos los ele-                                                                                          del bien partido amor nuestro,

         mentos de la ficción teatral contenidos en el tácito pacto de                                                                                          El mágico prodigioso
                                                                                                                                                              pedid perdón por los yerros.
         la escena con el público, son posibles únicamente si se tiene                                                                                        (Calderón de la Barca, El mágico 171-172)

         al espectador como aliado y casi, señala Spooner, como “un

         co-creador de la obra” (126):                                                                                                  Félix.                Y, pues el haber tenido


                                                                                                                                                              dos puertas ésta y tu casa,

                Acotador. “Hamelin”, nueve. Ha pasado el tiempo. En teatro, el                                                                                causa fue de los engaños,
                tiempo es lo más difícil. No basta decir: “Han transcurrido diez                                                                              que a mí y a Lisardo nos pasan,

                días”. O decir: “La tarjeta lleva una hora sobre la mesa”. En tea-                                                                                Casa con dos puertas,

                tro, el tiempo sólo puede crearlo el espectador. Si el espectador                                                                             aquí la comedia acaba.

                quiere, la tarjeta lleva una hora sobre la mesa, junto al teléfono.                                                                           (Calderón de la Barca, Casa 228)
                La tarjeta dice: “Raquel Gálvez, psicopedagoga”. (37)

                                                                                                                                     Un acabado ejemplo de estos finales calderonianos es la

             El último aspecto que quisiéramos mencionar en esta nota                                                            conclusión de La dama duende, que introduce, con una ré-

         sobre los recursos de la escenografía verbal clásica y contem-                                                          plica inesperada, el obligado ruego al público, ironizando, a

         poránea no concierne directamente a la visualidad pero sí                                                               su vez, en los ineludibles desenlaces obligados con sus múl-


         la espacialidad escénica. En el pacto tácito entre público y                                                            tiples celebraciones de bodas:

         comediantes —la convención teatral— descansa, por lo ge-

         neral, la ficcionalidad del escenario. La invisible cuarta pa-                                                                 Manuel.               Si no lo estás [borracho],

         red del tablado clásico, sin embargo, se derrumba al acabar                                                                                          hoy con Isabel te casas.

         la comedia, poniendo así en evidencia la artificialidad de la                                                                  Cosme.                Para estarlo fuera eso;

         representación. El comentario metateatral, tan presente en                                                                                               puedo

         el teatro contemporáneo, tiene su correlato en el teatro del                                                                   Isabel.               ¿Por qué causa?
                                                                                                                                                              Por no malograr el tiempo
                                                                                                                                        Cosme.
         siglo XVII. La comedia española suele finalizar con una so-                                                                                          que en estas cosas se gasta,

         licitud dirigida al público, al que se pide su indulgencia por                                                                                         aprovechar

         los desperfectos que la obra pudiera contener:                                                                                                       en pedir de nuestras faltas

                                                                                                                                                              perdón, humilde el autor

                Pedro Crespo.   Con que fin el autor da                                                                                                       os le pide a vuestras plantas. (104)

                                         a esta historia verdadera.

                                         Los defectos perdonad.

                                         (Calderón de la Barca, El alcalde 316)



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                Revist a   de   alces   XXI                                                                                                                                                       Número  1 , 2013
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