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rias fiestas en las cuales se han contratado a prostitutas para   gustado (143). En Karnaval, como ya hemos dicho, la mu-

 darle placer al dios K, gran consumidor de sexo, o a sus in-  jer es siempre objeto del placer del hombre, pero en cambio,

 vitados. En particular, en una de éstas, unas modelos —si-  el placer femenino no está tomado en cuenta o, si lo es, es

 milares a “maniquíes”— desfilan ante él y su mujer, propo-  considerado como una amenaza para el hombre. En el capí-

 niéndole partes de sus cuerpos a cambio de una suma de   tulo cinco, donde se describe la relación sexual (real o fan-

 dinero cada vez más importante: “¿Cuánto crees que valen   tasmada, no se sabe) del protagonista con la camarera ne-

 estas piernas y estos pies? Atrévete a insultarme fijando una   gra, se dice que DK recibe “en plena cara, como una burla a


 cantidad. Trece mil. ¿Estás loco? Veinticinco mil. ¿Te ríes   [sus] pretensiones, un chorro incoloro y fétido que sale pro-

 de mí?” (165-166). Bien se ve aquí toda la perversión de la   pulsado de su sexo por la fuerza imparable de las carcajadas

 relación del dios K con las mujeres: lo humillan (insultos)   y los espasmos brutales de esta bruja endemoniada” (33).

 pero luego las humilla él a ellas aún más descuartizándolas   En estas líneas, se observa muy bien que el placer femenino,

 simbólicamente y especulando sobre el valor de sus cuer-  representado por un “chorro incoloro y fétido” no respon-

 pos para comprarlas después. En ambas novelas, se muestra   de a una erotización del cuerpo, sino más bien a una histe-

 pues la visión degradada de la mujer que se desprende de   rización (“chorro […] propulsado”, “carcajadas”), o incluso


 esta forma de sexualidad: una mujer usada como mero ins-  a una patologización de éste (“chorro incoloro y fétido”, “es-

 trumento de placer masculino, aunque sea un placer caro.   pasmos brutales”), tal como expresa Michel Foucault en su

 Wendy, la prostituta personal del dios K en Karnaval, se   inacabada Historia de la sexualidad (Histoire 137-138).

 considera “un bien de lujo más en [la] vida repleta de bienes   Ahora bien, el sexo no es sólo un producto de consumo

 de lujo” de DK (19).   privilegiado para el hombre blanco y heterosexual, sino que

 A través de la mercantilización de la sexualidad, pase ex-  es mucho más que esto: está en el centro del sistema econó-

 plícitamente por pornografía o no (las mujeres con las que   mico y político del mundo.

 se acuesta Álex en Providence no son siempre y claramente

 prostitutas), Juan Francisco Ferré denuncia una represen-  Sexo, poder y tiranía


 tación machista de las relaciones sexuales, donde la mujer,   En Providence y Karnaval, Ferré sugiere que las leyes del ca-

 en general, es víctima. Tomemos el ejemplo de “la hembra   pitalismo según las que se rige el mundo occidental no son

 Klingon” en Providence, una mujer de cincuenta años, ca-  sino la traducción económica de leyes más primitivas y an-

 sada, independiente, pero víctima de los dictados de la do-  cestrales, correspondiendo a lo que el filósofo inglés Hobbes

 minación masculina en materia de fantasma sexual, al in-  llama el “estado de naturaleza”, es decir un estado presocial

 tentar emular los códigos sexuales de las mujeres jóvenes y   donde el hombre no puede sino luchar por su supervivencia

 “sexy”: tiene el sexo perfectamente “rasurado” pero perma-  (Leviathan). El epígrafe de Karnaval expande así esta idea:


 nece “seco” cuando Álex la penetra, como señala algo dis-  “La lucha es en efecto el generador de todas las cosas, de to-






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 Revist a   de   alces   XXI                                              Número  1 , 2013
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