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nuestra identidad. En mi opinión es precisamente el miedo   640). Resulta incluso fácil imaginar que en las actuales cir-

 a que la revolución pueda suponer la desaparición o merma   cunstancias de crisis y rebelión social la novela podría en-

 de ese “yo soy el que soy” la pieza clave de esas resistencias.  contrar unas condiciones de recepción mucho más favora-

 Entiendo que Panfleto para seguir viviendo representa un   bles de las existentes en el momento de su primera edición.

 ataque en clave narrativa en toda regla a ese yo humanista   Pero no son esas características las que me llevan a reco-

 e inalterable siempre a salvo de los avatares concretos de la   mendar la novela de Díaz sino la sorprendente capacidad

 vida material y que si bien acepta la compañía inevitable,   con la que en la novela, escena a escena, paso a paso, se va


 pero contingente, de las famosas circunstancias orteguianas,   desmontando y deconstruyendo con justas artes narrativas

 se sabe y se siente a sí mismo como el centro del universo.   esa idea metafísica de un solo y perenne yo verdadero como

 La novela de Fernando Díaz puede sin duda ser analizada   centro y luz de la existencia. Frente a ese yo revestido de las

 como un buen ejemplo y excelente muestra de una literatu-  cualidades divinas del “yo soy el que soy”, la novela de Díaz

 ra crítica radical y contundente del capitalismo y sus efectos   va mostrándonos cómo tanto la vía narrativa como la mecá-

 sobre las vidas y destinos de la gran mayoría de una pobla-  nica que rige la conversión de la conciencia en autoconcien-

 ción obligada a vender su dignidad a cambio de un salario;   cia responde de manera sutil pero obligada a la naturaleza


 “pensar que nadie tiene derecho a hacerte tragar lo injusto,   de las relaciones materiales que en cada momento el pro-

 lo vergonzoso, lo humillante como si fueran cosas necesa-  tagonista establece con su entorno. Para lograr esto la no-

 rias, como si fueran la cáscara de plátano que tienes que pi-  vela consigue representar ese fluir continuo de situaciones

 sar tú y los tuyos porque a ellos les sale de los huevos” (Díaz   disyuntivas: ya esto... ya esto otro, que acabará por configu-

 144). En el último número de la Hispanic Review, donde   rar el yo del protagonista como un “yo disyuntivo” en per-

 afortunadamente ya aparecen claros ejemplos de una críti-  manente cambio. Lo que Panfleto para seguir viviendo hace

 ca literaria de izquierdas no vergonzante, Luis Moreno-Ca-  evidente por medio de la representación narrativa es que

 ballud señala la rabia y la precariedad en la novela de Díaz   hay un yo cuando se ganan diez mil euros al año distinto al

 como elementos de consciencia generacional (547) mien-  yo de cuando se ganan cuarenta mil y distinto de cuando se


 tras que Eva Fernández, además de informarnos de la próxi-  ganan cuatro cientos mil y que el yo que es acariciado y aca-

 ma reedición de la novela en la editorial La oveja roja, no   ricia se autoconstruirá como un yo más apacible que el de

 duda en reconocer que la lectura de la historia de ese “hijo   aquel que ni acaricia ni es acariciado. Esto es lo que la no-

 segundo de una familia obrera, cuyo primer hijo murió ‘por   vela de Fernando Díaz nos cuenta: que en una sociedad ca-

 la droga’, con padre ex-sindicalista y parado y madre inserta   pitalista el yo es un yo disyuntivo, ya burgués ya explotado,

 al mercado laboral tarde, expoliada y autodestructivamen-  ya sano ya enfermo, ya en paro ya con trabajo, ya con tra-

 te” acaba produciendo en ella el objetivo expresamente bus-  bajo indefinido ya con trabajo precario, ya con casa propia


 cado por el narrador: “la voluntad de cambiarlo todo” (639,   ya con casa hipotecada. Porque bajo el capitalismo somos lo






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 Revist a   de   alces   XXI                                              Número  1 , 2013
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