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Si fueran otros tiempos, la suya podía ser la tapa posterior de un buen libro desaprovechado por amor al llamado “compromi-
libro de emocionantes e intrépidas aventuras que se consumie- so social” o al “hagamos la revolución”. (…) Es una pena; pero
ra como oro molido. Pero tal y como van las cosas, a muchos parece ser la convención imperante entre quienes pretenden es-
bastará la nota de contraportada para tirar, inmediatamente, el cribir lo más a la izquierda posible... (…) cuando abro una no-
ejemplar a la rinconera. Lo digo porque la mayoría de mis obs- vela busco discursos que me azucen la inteligencia y estimulen
tinados intentos de fomentar su lectura, han sido vanos. En las mi capacidad de imaginar (entre otras cosas), no me gusta que
circunstancias actuales su descripción sinóptica no le hace de- alguien me sermonee. Y este libro tiene dos tercios de excelente
masiado favor. Lo político cansa, los argumentos patrióticos e literatura y uno de prescindible panfletarismo (o sermoneo re-
ideológicos cansan. Lo panfletario aburre, deprime y un tipo volucionario). (Arribas)
que busca a toda costa una genuina orientación política es, hoy
por hoy, lo más fuera de foco que existe, lo más pobre tipo que Para argumentar este juicio el comentarista cita elogiosa-
hay. (Coro Montanet) mente —“esto sí es literatura”— un largo párrafo en el que
observa cómo el uso feliz de distintos recursos de proba-
Atención a ese elogio que se quiere establecer comparando da estirpe literaria le ha provocado, en tanto lector y entre
la novela con “un libro de emocionantes e intrépidas aven- otros efectos secundarios, el deseo
turas que se consumiera como oro molido”.
No es difícil descubrir en estos encomios defensivos la de querer alinearse con la tesis que se sugiere ahí y en los párra-
sombra en clave de disculpa de un complejo de inferiori- fos precedentes: hay que terminar con el concepto de literatu-
dad estética que se plasma en esa especie de nerviosa man- ra burguesa que hace soñar a Julián Sorel —personaje de Rojo
y negro—, es decir, hay que liquidar el manierismo, el cultismo
tra consistente en repetir aquello de “oigan que lo mío tam- pedante o el lirismo ampulosamente vacuo; y hay que buscarle
bién es literatura de la buena”. Como si la izquierda crítica una utilidad más popular a la literatura. (Arribas)
necesitase que su literatura pase los controles de calidad de
la ITV humanista. Como si las poéticas —el cómo y el qué Lo curioso es que una vez reconocida esta aceptación de las
construir— de la izquierda revolucionaria hubieran inte- ideas y tesis sobre literatura que el texto que cita vehicula,
riorizado tan profundamente la estética —es decir, el qué más tarde transcriba, para condenarlo como ejemplo de “no
sentir y el cómo sentir— de las élites humanistas que sin literatura”, otro párrafo en el que el mismo narrador en lu-
ella no pudieran homologar sus formas de expresión. Signi- gar de digresionar sobre teorías literarias habla de la histo-
ficativo al respecto me parece otro comentario de blog por ria de la URSS, argumentando que el efecto secundario que
cuanto en mi opinión refleja perfectamente el tipo de senti- ahora se le provoca es el de retrotraerle a
do común literario con el que parece rige su gusto gran par- Los apuntes de Historia de primero de bachillerato. Un profe-
te de las izquierdas bienintencionadas. Y así leemos que la sor intentando darme clase. Didáctica. Pedagogía. Aquí no hay
novela de Díaz es un un colega con el que tomas cerveza; aquí tengo una voz en off
que intenta contarme una milonga. Y, como lector, por ahí no
paso; yo quiero lo otro, lo de más arriba. (Arribas)
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Revist a de alces XXI Número 1 , 2013