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soporta como por la suma de categorizaciones enfrentadas no dejaría de ser el fruto estéril de un absurdo malentendi-
que los distintos avatares de su biografía histórica le han ido do. Pero si así no fuera es evidente que el nosotros plural al
generando. Y no es que nos neguemos o evitemos definir que el mero deseo de hacer la revolución otorga identidad,
el concepto sino que, ante la enorme y excesiva tarea que por mor de la exigencia que el enunciado reclama: querer
ahora significaría detallar todos y cada uno de los elemen- hacerla “de verdad”, está llamado a su vez a fraccionarse en
tos que la palabra revolución pone en juego, nos parece más un nosotros: los que “de verdad” quieren, y un vosotros, los
útil asumir, como hipótesis de partida y consenso, que por que quieren pero no quieren “de verdad”. Considerar que
revolución debe entenderse aquí aquel proceso social enca- fuere esa verdad del “de verdad” hace necesario —porque su
minado a la eliminación del sistema económico asentado planteamiento repercute sobre la posible respuesta al inte-
en la propiedad privada de los medios de producción para rrogante sobre la recomendación— recordar que, al menos
dar paso a otro sistema en el que dicha propiedad privada en las literaturas marxistas, al hablar del “hacer revolución”
pierda si no toda su presencia sí toda su fuerza hegemónica. se acude a dos estrategias, si no enfrentadas, sí bien dife-
Una definición que deja fuera aspectos relevantes e incluso renciadas: una que supone alianzas como las llamadas cla-
centrales dentro de la historiografía y la teoría revoluciona- ses medias y otorga relevancia a la participación provisional
ria, pero que proponemos para facilitar un encuentro que en las instituciones del estado burgués y otra, de corte más
nos permita otorgar significación representativa a ese no- radical, que busca el asalto violento, protagonizado por el
sotros plural que para la acción del pretendido imaginar se proletariado y las masas trabajadoras, de ese estado burgués.
viene reclamando. Como una u otra estrategia va a requerir la formación de
Dicho todo esto, entiendo que debemos detenernos aho- imaginarios revolucionarios distintos, dos concepciones di-
ra en el comentario sobre ese sintagma adverbial de modo: ferentes sobre el qué hacer con la cultura burguesa, es fácil
“de verdad” que no aparece en el enunciado por motivos de adelantar que la recomendación final ¿qué novela recomen-
cadencia sonora u ornamento sino por razón de que con ese daríamos? va a estar determinada en función de la estrategia
“de verdad” se trató de resumir la situación y las actitudes revolucionaria que se asuma.
desde las que el tema de la revolución es abordado por la
mayoría de esos implícitos “imaginantes” que se dicen —a
sí mismos y hacia los demás— estar interesados en que la II.
revolución se haga realidad. Esa “verdad” también podría Una vez expuesta la situación en la que se produce el enun-
estar reflejando de manera indirecta la sospecha de que en ciado que acompaña a la pregunta presente en el ensayo,
realidad nadie, al menos de los que puedan tener acceso a parecería coherente e inevitable que ahora nos adentráse-
estas palabras, quisiera realmente que esa revolución tuvie- mos en la inabarcable extensión semántica del concepto no-
ra lugar, lo que vendría a suponer que toda esta reflexión vela. No vamos, sin embargo, a volvernos locos al respecto
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Revist a de alces XXI Número 1 , 2013