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grama político de la autonomía y la mayoría de edad, con-  lamiento y el desarraigo de los individuos del conjunto de

 viene recordar que nunca formó parte del programa de la   relaciones sociales, familiares, culturales o comunitarias de

 Ilustración el proyecto de crear de la nada un orden concre-  las que formasen parte. Ciertamente, el programa de im-

 to a partir de la razón. En efecto, tal como nos recuerda Do-  poner (necesariamente por la fuerza) el modelo de una so-

 mènech, ese relato respecto a la Ilustración es, fundamen-  ciedad de mercado necesitaba ante todo destruir cualquier

 talmente, una construcción propagandística de la reacción   tipo de relación espontánea entre los humanos que no se

 comunitarista.    basase en el contrato libre establecido entre sujetos radical-
 2

 Sí cabe localizar también una pretensión de este tipo en el   mente desvinculados cada uno de los cuales, encapsulado

 programa del liberalismo económico (proyecto que termi-  en sí mismo, no debía perseguir más que su propio interés.

 nó imponiéndose por medio de la fuerza sobre el programa   En este sentido, tiene sin duda razón Polanyi cuando,

 político del republicanismo democrático). Ciertamente, el   analizando el modo como se impuso la utopía de una socie-

 programa del liberalismo económico, que no logró impo-  dad de mercado, sostiene que

 nerse más que por medio de unas dosis de violencia escalo-

 friantes, se basó desde el principio en el objetivo de desarrai-  separar el trabajo de las otras actividades de la vida y someterlo a
                las leyes del mercado equivaldría a aniquilar todas las formas or-
 gar a los individuos del conjunto de las relaciones orgánicas   gánicas de la existencia y reemplazarlas por un tipo de organiza-

 en el que se hallasen inscritos. En efecto, a diferencia del re-  ción diferente, atomizada e individual. Este plan de destrucción

 publicanismo democrático, el liberalismo económico ten-  se llevó a cabo mediante la aplicación del principio de libertad

 dió a llamar libertad precisamente a la desconexión, el ais-  de contrato. Es como si en un momento dado se decidiese en la
                práctica que las organizaciones no contractuales fundadas en el
                parentesco, la vecindad, el oficio o las creencias, debían ser li-

 2  “La generación de Gerlach —la generación del Congreso de Viena—  quidadas, puesto que exigían la sumisión del individuo y limi-

 había construido sus esquemas mentales contrarrevolucionarios sobre la   taban por tanto su libertad. Presentar este principio como una
 leyenda, según la cual la Ilustración dieciochesca y sus criaturas políticas   medida de no injerencia, como sostenían comúnmente los par-

 revolucionarias, los Jefferson, los Franklin, los Paine, los Condorcet, los   tidarios de la economía liberal, equivalía a expresar pura y lla-
 Marat y los Robespierre, eran primordialmente la excrecencia de un fa-  namente un prejuicio enraizado en un tipo muy particular de

 nático querer empezar todo de la nada; de una empecinada voluntad de   injerencia, a saber, la que destruye las relaciones no contractua-
 construir ex novo el orden social entero; de una hiper-racionalista nega-  les entre individuos y les impide organizarse espontáneamente.

 ción abstractoide, así de las concretas tradiciones históricas, como de la   (267)
 sutil y dilatada sabiduría política multigeneracional en ellas incorpora-

 da. Sir Edmund Burke, huelga decirlo, inició esta leyenda en fecha tan   El análisis de Polanyi se centra ante todo en los procesos de
 temprana como 1790, y por ese camino le siguieron en el continente el   disolución violenta de toda comunidad orgánica para lograr

 Papa de Roma, el grácil De Maistre, el plúmbeo Bonald, el otrora jaco-
 bino y revolucionario Gentz (luego asesor de Metternich en el Congre-  convertir en mercancías tres elementos que jamás lo habían

 so de Viena), el donoso Chateaubriand o el volandero Benjamin Cons-  sido: el dinero, la tierra y el trabajo. En efecto, el modelo de
 tant” (38).





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