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una sociedad de mercado no tiene su origen en la emergen-                                                                   En efecto, jamás se ha logrado el desarraigo de los suje-

         cia, con la Ilustración, del concepto moderno de libertad                                                               tos a fuerza de libertad ni se ha instaurado una sociedad de

         individual sino, muy al contrario, con la expulsión violen-                                                             mercado a base de democracia. Por el contrario, la cons-

         ta de los campesinos de sus tierras para convertir tanto estas                                                          trucción de sujetos radicalmente desvinculados, encapsula-

         como a aquellos en objetos de intercambio en el mercado.                                                                dos de un modo hermético sobre sí mismos, maximizadores

         El proletariado moderno (que en definitiva es la forma de                                                               puros del propio interés, pequeñas partículas egocéntricas

         individualidad que corresponde a la sociedad capitalista) no                                                            de cálculo egoísta, entregadas por entero a buscar la estra-


         surge, pues, a fuerza de libertad sino a fuerza de expropia-                                                            tegia más beneficiosa en términos individuales, esos átomos

         ción y de disolución violenta de todos los lazos sociales. Y                                                            desarraigados sin capacidad para establecer más relaciones

         solo tras esta expropiación y esta disolución pasamos a en-                                                             que las mediadas por contrato en busca del interés privado

         contrarnos de un modo efectivo con átomos flotantes, to-                                                                no son (ni han sido nunca) el resultado de la libertad y la

         talmente desarraigados y desvinculados, átomos sin patria,                                                              Ilustración. El aislamiento de estos átomos ha sido solo el

         ni familia, ni cultura, ni bandera, ni nada.                                                                            objetivo siempre perseguido (aunque nunca plenamente lo-
                                                                                   3
                                                                                                                                 grado pese a las enormes dosis de violencia desplegadas) por


                                                                                                                                 el despotismo de mercado. Esa nada social que es el prole-
         3  Con una lucidez al menos equivalente a la de Polanyi, Naomi Klein

         analiza cómo se despliega ese mismo programa de destrucción en los úl-                                                  tariado, ese “ser humano enteramente desarraigado: sin pa-
         timos 40 años. En efecto, respecto a la aplicación del programa de Mil-                                                 tria, sin familia, sin dioses, sin parentesco, sin cultura, sin
         ton Friedman a partir de 1973 y la extraordinaria violencia que necesita                                                costumbres” no es, sin duda, el resultado de la libertad sino,

         poner en operación, Naomi Klein sostiene: “la Escuela de Chicago y su                                                   por el contrario, el resultado de un diseño utópico delirante

         modelo de capitalismo tienen algo en común con otras ideologías peli-
         grosas: el deseo básico por alcanzar una pureza ideal, una tabla rasa sobre                                             que se ha intentado llevar a cabo por medio de una violen-
         la que construir una sociedad modélica y recreada para la ocasión. Esta                                                 cia extrema (Fernández Liria y Alegre Zahonero 155-56).

         ansia por los poderes casi divinos de una creación total explica precisa-

         mente la razón por la que los ideólogos del libre mercado se sienten tan
         atraídos por las crisis y las catástrofes. La realidad no apocalíptica no es
         muy hospitalaria para con sus ambiciones, sencillamente. Durante más

         de treinta y cinco años, el motor de la revolución de Friedman ha sido la

         singular atracción hacia un tipo de libertad de maniobra y posibilidades
         que sólo se da en situaciones de cambio cataclísmico. Cuando las perso-
         nas, con sus tozudas costumbres e insistentes demandas, estallan en mil

         pedazos; momentos en los que la democracia parece una imposibilidad

         práctica. Los creyentes de la doctrina del shock están convencidos de
         que solamente una gran ruptura —como una inundación, una guerra o                                                       un norte psicológico y estamos físicamente exiliados de nuestros hoga-
         un ataque terrorista— puede generar el tipo de tapiz en blanco, limpio                                                  res, los artistas de lo real sumergen sus manos en la materia dócil y dan

         y amplio que ansían. En esos períodos maleables, cuando no tenemos                                                      principio a su labor de remodelación del mundo” (45-46).





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