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entre lo público y lo privado, se proyecta una clasificación                                                            Además, el capitalismo genera constantemente dos matri-

         de las prácticas sociales en tres esferas caracterizadas por ló-                                                        ces culturales contradictorias, una derivada del patrón de

         gicas de funcionamiento privativas: la económica, la polí-                                                              sociabilidad propio de la organización de la producción —

         tica y la cultural. Para entendernos, desde esta perspectiva                                                            la “ética protestante”—, y otra matriz que tiene su caldo de

         no tiene mucho sentido hablar de economía política, pues                                                                cultivo en las relaciones sociales del ocio y el consumo —la

         lo característico de la sociedad capitalista sería el encapsu-                                                          predisposición hedonista—. El problema de la cultura, con-

         lamiento de la economía en una esfera autónoma fuera del                                                                siguientemente, es que su intrínseca promiscuidad expresi-


         alcance de la intervención política democráticamente en-                                                                va encuentra mejor acomodo en aquellas actividades que

         tendida. Conviene enfatizar este último comentario, ya que                                                              no están sujetas a la disciplina laboral. Ante esta situación,

         para el liberalismo una intervención política en clave oligár-                                                          la reacción adecuada pasa por meter en cintura a la cultu-

         quica nunca suscita similar valoración. Las prácticas de la                                                             ra. Pero habrá que insistir en que este menester no consis-

         esfera política se desenvuelven, a su vez, dentro de limitacio-                                                         te en sustituir, sin más, una cultura hedonista por otra au-

         nes legales e institucionales muy precisas que tienen por ob-                                                           tocontenida. El asunto es más ambiguo. Porque, dejando a

         jetivo asegurar el funcionamiento supuestamente irrestricto                                                             un lado cuál fuera la intención de Bell, lo relevante es que el


         —no político— de la esfera económica. La separación entre                                                               diseño de sociedad que se nos sugiere se reduce a dos rasgos

         el ámbito privado y el público se corresponde básicamente                                                               básicos: una economía capitalista incuestionable y un con-

         con esta diferenciación entre la esfera económica y la políti-                                                          flicto cultural que se retroalimenta indefinidamente. De ahí

         ca. Pues bien, según la apreciación de Bell, la esfera cultural                                                         que la labor política del futuro se reduzca a administrar fun-

         viene a complicar esta nítida demarcación y sus correspon-                                                              cionalmente el conflicto cultural.
                                                                                                                                                                                           15
         dientes y muy razonables reglas de juego. A Bell le preocu-                                                                 Desde esta perspectiva se percibe mejor la reacción pro-

         pa, como ya he señalado, la autonomía de la esfera cultural,                                                            capitalista o momento posmoderno de las últimas décadas;

         es decir, una cultura sujeta exclusivamente a su propia lógi-                                                           y, en concreto, la eficacia que la plusvalía de sentido gene-

         ca, pues su dinamismo expresivo genera realidades virtua-                                                               rada por una esfera cultural mediatizada ha tenido en el re-


         les que diseminan modelos utópicos de comportamiento y                                                                  forzamiento del dinamismo capitalista e, incluso, en la pro-

         de sociedad basados en un capitalismo con recursos inago-                                                               moción de la mercantilización de nuevos ámbitos de la vida

         tables y sin limitaciones financieras ni cortapisas políticas.                                                          humana. Primero, es de sentido común que una sociedad

         Veamos más sintéticamente esta visión general.                                                                          que insistentemente se presenta como de consumo no re-

             Todos los modelos sociales posibles —incluyendo la hi-

         pótesis comunista— se entienden derivados del molde ca-                                                                 15  Dado que del choque ideológico pasamos a las diatribas culturales

         pitalista, es decir, no se contempla la posibilidad de otra                                                             de lo privadopersonal, se puede argumentar que el diagnóstico que Bell


         organización de la economía que merezca tal calificativo.                                                               realiza en 1971 no es más que una reformulación de la tesis del fin de las
                                                                                                                                 ideologías que había defendido una década antes.





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                Revist a   de   alces   XXI                                                                                                                                                       Número  1 , 2013
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