Page 168 - Revista1
P. 168
nuncie a exacerbar constantemente unas tendencias hedo- lado toda pretensión de sustancialidad y adopta más explí-
nistas que son tan apropiadas para el fomento de las nece- citamente la forma de la mercancía publicitaria con su ape-
sidades artificiales. De hecho, la matriz cultural hedonista lación a los resortes emocionales más básicos. En conclu-
16
se ha canalizado preferentemente a través de la comunica- sión, en lugar de hablar de ‘contradicciones culturales del
ción más dependiente de los imperativos de mercado: pu- capitalismo’ es más apropiado hablar de ‘régimen cultural
blicidad, entretenimiento y culturas de la autoexpresión y del capitalismo tardío.’
la autoayuda. Segundo, ha sido la esfera política la que ha Ahora bien, si asumimos que el conflicto es lo que define
asumido más decididamente el conflicto cultural —de aquí a la política, no se puede dejar de reconocer que nuestra
17
que los cultural studies se autoperciban como intervenciones esfera política merece el calificativo, pues está atravesada por
políticas—. A su vez, esa asunción ha permitido ofuscar la constantes enfrentamientos entre los representantes institu-
atención del público en relación al dato incuestionable de cionales de la soberanía. La misma afirmación es válida res-
que aquello que más afecta a la trayectoria vital de las per- pecto de la esfera pública monopolizada por los medios de
sonas —a saber, la naturaleza de la estructura económica y comunicación de masas, ya que en ella, esos mismos repre-
sus correspondientes relaciones sociales de propiedad— no sentantes o sus adláteres se enfrentan sin cesar. Pero si, por
ha sido objeto preferente de discusión política. Así, al muro otro lado, investigamos la naturaleza de toda esta conflicti-
formado por las estructuras institucionales y el veto de los vidad, observaremos que son los asuntos relativos a la esfe-
grupos en conflicto —v. gr., las operaciones y componentes ra privadapersonal —incluyendo la intromisión del estado
de la división de poderes, el filtro de la representación políti- en la esfera privada—, junto con la sal de la corruptibilidad
ca, la partidocracia, los lobbies, etc.— se ha incorporado un humana y la pimienta de los enfrentamientos personales en-
enfrentamiento político reducido en gran medida a temas tre los primeros espadas de la política, los que acaparan el
culturales que apelan muy directamente a rasgos esenciales pundonor de políticos, expertos y comentaristas. Me estoy
de las identidades personales. El resultado ha sido que, efec- refiriendo a todo ese ajetreo mediático que pasa bajo la abs-
tivamente, en la esfera pública se habla mucho, pero no de tracción de ‘lucha por el poder,’ cuya vaciedad de sentido
todo —por ejemplo, no de las ideas o propuestas que pon- permite a alguien como Juan Luis Cebrián, presidente del
gan en entredicho el capitalismo—. De aquí que no se haya grupo PRISA, decir que sólo un “periodismo profesional,”
hecho gran cosa para promover la igualdad objetiva, que no
sólo subjetiva, de las personas. Finalmente, y en tercer lu- 16 Sin ir más lejos, la campaña electoral de Obama para las elecciones
gar, a causa de la amplia mediatización de la cultura, no es presidenciales de 2008 ganó varios premios dedicados al mundo de la
posible establecer una delimitación nítida entre los ámbi- publicidad.
tos del deseo y los de la insatisfacción. Por ejemplo, duran- 17 Un planteamiento de esta naturaleza en, por ejemplo, Juan Carlos
te las campañas electorales, la política culturizada deja de Monedero: “La esencia de la política es la probabilidad de la obediencia,
la asunción de que siempre hay conflicto […]” (78).
168 169
Revist a de alces XXI Número 1 , 2013