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y 1848” (“el lapso entre 1815 y 1848”; 56): “this was a mo- luntarismo, realismo vs. decisionismo) en las que varias fa-
ment between paradigms […] when it was […] extremely milias de la izquierda se quedaron afónicas. Incluso si quisié-
difficult to see these [revolutionary] elements for what they semos resucitar dichas polémicas, me temo que no estamos
were, let alone as capable of coalescing into a form of oppo- en ese punto del debate. Fantasear con una quiebra revo-
sition” (“éste fue un momento entre paradigmas […] cuan- lucionaria, aunque sea en la versión silente e inmanente
do resultaba […] extremadamente difícil ver estos elemen- que narran Hardt y Negri, me parece desatinado y/o banal-
tos [revolucionarios] como tales, y mucho menos intuir que mente auto-agasajador. Convengo plenamente con Clark
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se conjuntarían en la forma de una oposición”; 56). Esta (aunque sólo sea en este punto de su programa) que la iz-
“Restauración” no impidió la inquietud política de sectores quierda incondicionalmente anti-capitalista denota, en es-
radicales (como Saint-Simon, Fourier o la joven izquierda tos momentos, una ausencia (57) y que, en consecuencia, se
hegeliana), pero ésta se desarrolló en un entorno de descon- requiere un tono maduro o trágico que, al igual que Clark,
cierto, incertidumbre y falta de activismo con resultados yo también veo en la obra de pensadores como Marx, Lu-
amplios. En otras palabras, la enemistad absoluta no es in- xemburgo, Gramsci, Benjamin, Horkheimer y Adorno (57-
compatible con un agudo sentido de la situación desde la 59). ¿En qué consiste este tono maduro o trágico? Curiosa-
que se reimpulsa dicha enemistad. En los términos de Bru- mente, la proposición de Clark resulta menos satisfactoria,
ce Robbins, la libérrima teorización de un radicalismo en- por ejemplo, que la del ya mencionado Immanuel Wallers-
cantado de sí mismo resulta tan conservadora como el peor tein. Si el primero dramatiza y traiciona su propia oferta de
de los conformismos derrotistas. Se requiere un radicalismo una izquierda sin estridencias, hundiéndose en la culpa me-
bien contextualizado y calibrado que, sin perder un milíme- lancólica y en un presentismo indistinguible de la aquies-
tro de corrosividad, se sepa históricamente ubicado en una cencia con el status quo, el segundo historiza sus aspiracio-
fase de restauración económico-política (171). No creo que nes políticas en un el arco temporal de la “vieja izquierda”:
se tropiece en un pesimismo reaccionario si afirmamos con esa izquierda “[that] arouses slowly and laboriously across
Fredric Jameson (67) y Terry Eagleton (Illusions 1-10) que the world-system, primarily throughout the last third of the
la izquierda acaba de salir de una derrota histórica de enor-
mes proporciones, que esta derrota aún deja sentir su peso 16 Laclau ha propuesto una de las críticas más devastadoras de Hardt
sobre las enormes deficiencias de los movimientos contesta- y Negri. Su valoración es integral y pretende desautorizar este proyec-
tarios presentes, y que dichas deficiencias explican la inade- to desde su misma raíz por problemas metodológicos básicos: “Perhaps
the ultimate incoherence of this book is that it proposes fragments of
cuada e insuficiente oposición con la que el capitalismo se a perfectly acceptable political program, while its conditions of imple-
ha topado cuando, ante una honda crisis, reamolda sus en- mentation are denied” (“Quizás la incoherencia final de este libro es
granajes para estrenar una etapa más severa. que propone fragmentos de un programa político perfectamente acepta-
Sería infértil resucitar viejas letanías (objetivismo vs. vo- ble mientras que se ignoran sus condiciones de implementación”; “Im-
manence” 10).
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Revist a de alces XXI Número 1 , 2013