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Con frecuencia, detecto en el planteamiento de estos de-  ra de las crisis económicas, los alegatos políticos caminan

 bates eso que Benno Teschke ha llamado “el fetiche de la   en arenas movedizas. Debates sobre estados y naciones, de-

 geopolítica” (81). En una reveladora discusión de Carl Sch-  rechos a decidir, bienes democráticos, derechos constitu-

 mitt, Teschke explica que la influencia del pensador alemán   cionales, identidades plurales, soberanías territoriales, otre-

 se ha traducido en la exclusión o en el tratamiento epidér-  dades inasimilables, biopolíticas modernas, convergencias

 mico de las relaciones sociales y económicas al considerar   europeas y valores culturales ganarían relevancia si queda-

 problemáticas jurídicas y macro-políticas (86): “Schmitt’s   ran radicalmente reformulados en el telar organizador de


 international history is a deliberately anti-sociological proj-  este capitalismo global (y del modo en que España se ins-

 ect seeking to validate the autonomy of political and geo-  cribe en él). Éste no es un factor más, sino un componente

 political order over and against social conflicts and disloca-  que altera toda la ecuación.

 tions” (“La historia internacional de Schmitt consiste en un

 proyecto deliberadamente anti-sociológico que busca vali-  Radicalismo hoy, o cómo comenzar por el comienzo

 dar la autonomía del orden político y geopolítico sobre y   Reconozco que este ensayo ha basculado entre el retrato de

 contra las dislocaciones y los conflictos sociales”; 100). Las   una situación y momentos valorativos. En este apartado,


 palabras de Teschke no podrían llegar en un momento más   me gustaría darle a esos momentos una mayor ligazón. En

 oportuno para los estudios peninsulares. La discusión for-  concreto, quiero plasmar las dos bases de lo que, en mi opi-

 malista e idealista (en términos geopolíticos y/o legales) de   nión, puede ser un planteamiento anti-capitalista. Por una

 asuntos como la democracia, la Unión Europea, el estado   parte, el sueño de un capitalismo socialmente rehabilitado,

 plurinacional o los estados-nación confederados desatien-  “la fantasía delirante del capitalismo humanizado” (Mar-

 de, con frecuencia, el tejido socio-económico en el que y   tín Cabrera 119), en el que el bien común logra marcar

 para el que cualquier andamiaje político o licitación legis-  unos límites y unos mínimos, se demuestra, una vez más,

 lativa van a funcionar. Teschke alerta contra cualquier clase   escapista e impracticable. No hay compromiso posible con

 de reduccionismo economicista, pero también sugiere que,   un sistema económico cuya lógica más elemental consis-


 sin considerar el rol estructurador del capitalismo, la con-  te en saltarse cualquier compromiso y emprender transgre-

 versación sobre la democracia, la independencia o los de-  siones y expansiones allá donde puedan darse. Aquí la vieja

 rechos constitucionales descansa en pilares incuestionados   lección marxista no ha perdido vigencia alguna: compara-

 y cuestionables. En definitiva, sin incorporar a la médula   do con la radicalidad del capitalismo, sus críticos resultan

 de la discusión problemas como las relaciones de clase, la   siempre moderados. El capitalismo actúa como un venda-

 mercantilización masiva de la cultura, los movimientos ca-  val sin remisión a cuyo paso no hay nada que no sea suscep-

 pitalistas de inversiones y mano de obra, la redistribución   tible de quedar desarbolado. Como discute extensamente


 de bienes a escala global y la inevitabilidad re-estructurado-






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 Revist a   de   alces   XXI                                              Número  1 , 2013
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