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habremos de volver, Marc Augé: “La historia y el exotismo A modo de conclusión
desempeñan el mismo papel que las “citas” en el texto escri-
to, estatuto que se expresa de maravillas en los catálogos edi- Al inicio de mi trabajo hablaba de relatos que parecen que-
tados por las agencias de viajes” (113). El mundo retratado rer transmitir cierta sensación de pánico ante la contempla-
por Sierra está irremediablemente dominado por el hiper- ción de los extraños perfiles que ha adquirido el mundo en la
consumo, es, en definitiva, un mundo “donde el imperativo ac tualidad. Esa sensación de pánico tiene que ver con el mie-
categórico ha sido sustituido por la omnipresente instruc- do pos moderno a la pérdida de la autenticidad, a la pérdi-
ción ‘consumir antes de’” (203). da de una realidad que ha sido suplantada por su simulacro.
No puedo detenerme en muchos más ejemplos, pero Por su puesto, en estas fabulaciones suenan como “ruido de
no quisiera dejar de mencionar también un par de relatos fondo” algunas ideas muy populares del pensamiento pos-
recogidos en la antología Mutantes que en ambos casos ha- moderno —con el mencionado Jean Baudrillard al frente—,
blan de este otro tipo de simulacro, el de la suplantación de pero también la mejor narrativa anglonorteamericana de las
una identidad o personalidad real por aquella otra que nos últimas dé ca das, aquella que va de Thomas Pynchon o Don
vende la publicidad y los medios de comunicación. Se trata DeLillo, hasta el admirado y recientemente fallecido David
de los cuentos “Ventriloquía”, de Mercedes Cebrián (Orte- Foster Wallace, pasando por J. G. Ballard.
ga y Ferré 209-215) y “El eco del pantano” (Ortega y Ferré Como consecuencia de esa nueva forma de mirar el
283-297) de Eloy Fernández Porta. Creo que los dos preten- mun do que nos proponen estos novelistas, hemos visto la
den poner en evidencia que todos irremediablemente nos recurrencia en sus ficciones de unos espacios literarios que
relacio namos, sentimos, sufrimos, etc., a partir de estereoti- me parecen especialmente novedosos e inquietantes. Desde
pos que recibimos por la publicidad. La sociedad moderna siempre la literatura ha contado con espacios míticos, car ga-
(el sistema capitalista y la poderosa publicidad) nos impone dos de significado metafórico y resonancias simbólicas (des-
estereotipos de vida y de actitudes que asumimos irremedia- de el jardín paradisiaco de la literatura medieval, hasta el
blemente y nos comportamos como actores que siguen un parque modernista o el laberinto de la posmodernidad, por
guión. Tesis que por su parte Fernández Porta expone de poner algunos ejemplos muy conocidos), perfectamente re-
manera magistral en el ensayo galardonado con el premio conocibles para los lectores. Parece que la literatura contem-
Anagrama: €®O$. La superproducción de los afectos (2010), poránea no ha perdido interés por el espacio y su dimensión
cuyos planteamientos teóricos bien podrían servir de telón simbólica como parte importante de la ficción, más bien
de fondo de muchos de los ejemplos literarios que he ido todo lo contrario, aunque los escenarios escogidos por los
desgranando a lo largo de este artículo. autores que aquí hemos estudiado hayan cambiado de forma
sustan cial con relación a sus antecedentes. Así entre los es-
cenarios utilizados por los escritores comentados encontra-
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Revist a de alces XXI Número 0 , 2012