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similar al de Derrumbe), la realidad virtual, los sofisticados   dios, la televisión sobre todo, juegan en la misma.

 complejos turísticos que se convierten en ciu da des fantas-  Es necesario mencionar también la novela que el mismo

 magóricas en periodos no vacacionales, los docu mentales y   Juan-Cantavella publicó en el año 2008, titulada El Dorado

 películas que confunden deliberadamente la realidad con la   (2008), especialmente interesante una vez más en relación

 ficción, el mundo contemplado a través de las pantallas, las   con el tema propuesto. En el título de mi trabajo hablo de

 organizaciones  terroristas  u  Organiza cio nes  dedicadas  a  la   un nuevo espacio mítico para la narrativa mutante. Es eviden-

 Desorganización están a la orden de día.   te que el título de esta novela nos sugiere, como ningún otro,


 Volviendo a la antología Mutantes, me gustaría detener-  la presencia de ese espacio mítico. Pero el guiño irónico de

 me ahora en el relato seleccionado de Robert Juan-Cantave-  Juan-Cantavella no ha de pasarnos desapercibido: si los lec-

 lla, titulado “El deslumbrado”, que como bien advirtió An-  tores esperaban encontrarse una más de las numerosas nove-

 tonio Gil González en la citada reseña de este libro, una vez   las seudo-históricas o seudo-fantásticas que se inspiran en la

 más parece sacado “de los alucinados universos ciberpunk y    clá sica utopía de la búsqueda del paraíso o, quizás, a tenor

 del ocaso de la civilización (imaginario  Mad Max, para   del título, en el viejo mito que llevó al conquistador Agui-

 enten dernos)”. En este caso se nos narra la inquietante his-  rre a la ruina, lo que va a encontrar es la alucinada y extrava-

 toria de unos soldados que no saben por qué luchan, mien-  gan te historia de un inusual periodista, Trebor Escargot, que

 tras a guar dan en su puesto entre las ruinas y la putrefacción   practica el Punk Journalism, y que viaja a su particular Do-


 de los ca dáveres el momento decisivo del combate. Resulta   rado, para realizar un reportaje sobre él, que no es otro que

 ilu mi na dor poner en relación la inquietante historia conta-  el popular centro vacacional de la costa levantina, Ma rina

 da por Juan-Cantavella con alguno de los populares cuentos   d’Or. Muchas de las descripciones de este extraño lugar que

 del que pa re ce ser un icono para esta generación, J. G. Ba-  podríamos considerar como nuestra particular Las Vegas no

 llard, reco gi dos y publicados recientemente en España en el   tienen desperdicio y se parecen mucho a algunos de los frag-

 volumen Fiebre de guerra, que precisamente ha editado tam-  mentos sobre centros comerciales, parques temáticos o falsas

 bién Berenice (2008). En el relato que da título al volumen   ciudades que ya he ido reproduciendo a lo largo de este tra-


 (publicado ori ginalmente en 1989) se habla de Beirut como   bajo.

 una  ciudad  falsa  diseñada  por  los  arquitectos  de  la  ONU

 para poner en prác tica un experimento científico: se trata de   Tendrías que matarme para embutirme en uno de esos panta-

 comprobar qué es lo que impulsa a la gente a luchar, en defi-  lones cortos que en Marina d’Or son dogma, para que me to-

 nitiva para in ves ti gar, y poder así actuar sobre él, el virus de   mase en serio lo del baño de pomelos, el chorro Kneip, la du-

 la guerra. El segun do relato, “La historia secreta de la terce-  cha Vichy con peeling o la cafetería Barco Pirata; para que no


 ra guerra mundial” (1988), ahonda también en la paranoia   me sonrojase cada vez que leo en un póster a cuatri cro mía eso
 contemporánea de la conspiración, y en el papel que los me-  de ¡Marina d’Or, qué guay! (Juan-Cantavella 46).







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