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leras que suben y otras que bajan, la entrada y la salida están   vela nos habla por tanto de un mundo que agoniza bajo la

 diferenciadas, las limpiadoras barren la basura apenas toca el   terrorífica amenaza de su definitivo derrumbe. Como Rosa,

 suelo, los escaparates brillan bajo los focos y los guardias evi-  trata aquí Menéndez Salmón de la presencia del mal y el ho-
 tan que nadie moleste, que nadie escandalice, no se puede gri-  rror en la sociedad contemporánea y, al igual que la de aquel,

 tar, cantar, correr, manifestarse, es una calle, ideal, aproblemá-  la novela está salpicada de reflexiones muy significativas res-

 tica, limpia, limpiada (110).
         pecto a la naturaleza del miedo que parece aterrar a esta nue-

         va genera ción de escritores:
 Reflexión, por cierto, muy similar a algunas de las expuestas

 por Vicente Luis Mora en la ya citada novela Circular, acer-  En el fin de los tiempos que llevamos viviendo hace años —

 ca de la metrópolis moderna. En realidad, el centro comer-  había dicho aquella mañana Meneses— hombres y mujeres

 cial descrito por Rosa sería un simulacro de otro simulacro,   nos congregamos en un espacio hasta hace poco desconocido.

 la ciudad descrita por Mora. Por otro lado, también uno de   Ese espacio, que antaño pudo darse al amparo de un símbo-

 los escritores  norteamericanos antologados en  Generación   lo como la cruz o bajo el cobijo de una bandera, tiene en la


 quemada, Ken Kalfus, convierte el centro comercial en mo-  actualidad aspecto de parque temático. […] El único proble-

 tivo central de su relato “Los centros comerciales invisibles”   ma es que jamás estamos seguros de que lo que estamos apren-
                diendo sea real: el único problema […] es que a menudo nos
 (Smith 191-197).  salta la sospecha de que nuestro mundo es una feria de simula-

 Un ambiente muy similar al descrito por Rosa en-  cros, el parque temático de su propia sombra (72-73).

 contramos también en la segunda novela del asturiano Ri-

 cardo Menéndez Salmón, Derrumbe (2008), autor no selec-  Aunque mucho tiene que ver con ellas, más desapercibida

 cionado  en  la  antología  Mutantes,  pero  relacionado  por  la   que las dos anteriores ha pasado la inquietante fabulación de

 crítica en ocasiones con esta generación. En cualquier caso,   Alverto Gismera, titulada  Morthotel  (2008), y publicada


 se respira también en Derrumbe una atmósfera novedosa que   asi mismo  en  la  misma  colección  de  la  editorial  Berenice,

 merece que nos detengamos en ella. A partir de un argumen-  “Nova”, que sacó a la luz la antología de los narradores Mu-

 to mucho más abierto y fragmentario que el de la novela de   tantes españoles, el citado ensayo de Eloy Fernández Porta,

 Rosa,  Menéndez  Salmón  vuelve  a  disertar sobre  el  pánico   Cero absoluto de Javier Fernández, o la novela comentada de

 y el horror en la sociedad contemporánea. En este caso son   Vi cen te Luis Mora. A través de una estructura fragmentaria

 varias las tramas y los personajes que se enlazan en un esce-  y desordenada a base de brevísimos capítulos que se suceden

 nario con ribetes futuristas. Aparece un despiadado asesino   sin orden cronológico y de un mosaico de personajes poco


 en serie que siembra el terror en la ciudad, unos jóvenes que   definidos, la novela (que precisamente se abre con una cita

 planean  y  perpetran  un  atentado  terrorista,  un  padre  que   de Jean Baudrillard) habla de una utópica organización em-

 descubre aterrado las perversas aficiones de su hija. La no-  presarial dedicada a ofrecer a sus clientes una muerte a la car-


         ta. En el desolador mundo mostrado por Gismera (bastante




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 Revist a   de   alces   XXI                                              Número  0 , 2012
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