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por el polvo, su arena de poliespán agujereada [pensó en rato-  miedo extraordinariamente moderno. Se trata de un miedo

 nes], y el luminoso de un chiringuito sin barman ofreciéndole   incrementado por el tratamiento sensacionalista de los me-

 su OPEN, y caminó por esa playa, que crujía bajo sus pies, y   dios de comunicación y que “tiene que ver con una cuestión
 después caminó por el agua, que también crujía, y en la misma   de expec tativas, de asociaciones mentales fruto, en buena

 pared del horizontes detectó una puerta, que abrió para ver-  me dida, del aprendizaje de la ficción, sobre todo la audiovi-

 se en una calle de un barrio residencial que le resultó familiar.   sual, que nos enseña que determinadas situaciones devienen

 (20-21).
         nece sariamente en momentos de peligro” (253). Es difícil


         explicar cuál es la raíz de ese pánico irracional que sobrecoge
 Como el personaje Truman de la película de Peter Weir,

 Kate busca la salida de ese escenario de atrezzo para regresar   a la hu ma nidad, pero creo que Isaac Rosa acierta en la ma-

 al mundo real, pero, en contra de lo esperado, no es este el   nera de transmitirlo, sobre todo cuando se refiere a esos ex-

 que contiene el escenario cinematográfico, sino a la inversa.   traños lu ga res que en las sociedades actuales se han converti-


 Planteamiento argumental que recuerda al que ya vimos en   do en es pa cios de protección y amparo y donde acudimos a

 el relato “Moda de Londres” de Ferré, pero en cierto modo   guare cer nos de un exterior aterrador. El protagonista se refu-

 también al de Circular de Mora, donde se planteaba la im-  gia reitera das veces de su agresor en el interior de un centro

 posibilidad de salir de la ciudad, ya que no quedaba nada en   comercial y la reflexión que se hace acerca de este santo lugar

 el espacio exterior.   (o mejor habría que decir no lugar) de la sociedad actual me

 Otro de los autores que aparecen representados en este   resulta especialmente interesante:

 volumen colectivo es Isaac Rosa, y concre ta mente con el re-

 la to “Respuesta de lucha / respuesta de huida” (237-245),   Nos retiramos a recintos seguros donde el miedo, al menos
                ese miedo, aún no logra tirar la puerta. Nos refugiamos en
 que en realidad parece ser un primer esbozo de su interesan-  el interior protegido, frente al exterior amenazado por la in-


 te nove  la El país del miedo (2008). Se cuenta en ella la his-  certidumbre, por los otros, los desconocidos, los extraños.

 toria de un padre de familia cuyo hijo sufre un brutal acoso   Buscamos techo y paredes, potente luz artificial, controles

 es colar. El padre intenta por todos los medios proteger a su   de acceso, derecho de admisión, vigilancia, cámaras. Así los

 hijo, pero la situación llega a convertirse en totalmente in-  cen tros comerciales, simulacro de calle a cubierto, de calle

 sostenible para el padre que vive en primera persona el mie-  idealizada, donde encontrar todo lo que ofrece la vía pública

 do de su hijo. Los capítulos narrativos que contienen esta   —tiendas, bares, gente, entretenimiento, puntos de encuen-

 historia alternan con otros de carácter ensayístico donde se   tro—, pero sin esas molestias que son propias del espacio ur-


 reflexiona acerca de la naturaleza y tipología de los miedos   bano: sin pobres, por ejemplo, sin nadie que te suplique dine-

 que asolan a las sociedades modernas. A través de ese discur-  ro o te espere a la salida de la boutique, sin mujeres con bebés

 so híbrido, Rosa sabe transmitir lo que me parece que es un   en brazo que piden comida; y sin incertidumbre, sin desor-
                den, allí todo está regulado, todo es previsible, hay unas esca-







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 Revist a   de   alces   XXI                                              Número  0 , 2012
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