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nueva generación de escritores españoles como generación                                                                vivimos (Masoliver Ródenas habla concretamente de “nove-

         Nocilla; otros prefieren el término de Generación Mutan-                                                                la apocalíptica” [3].). Efectivamente, todos los relatos y no-

         te, tomando el título de una antología publicada en el 2007                                                             velas que voy a comentar nos cuentan extrañas historias que

         que sirvió asimismo como hito bibliográfico aglutinador de                                                              parecen  transcurrir  en  una  imprecisa  y  desolada  era  post-

         la misma: Mutantes. Narrativa española de última generación                                                             apocalíptica, en un mundo caracterizado por la extrañeza,

         (Ortega y Ferré). Aún hay quien también la reconoce como                                                                que parece haber sobrevivido a un proceso imparable y terri-

         Generación Afterpop, en este caso asumiendo un término                                                                  ble que le ha llevado a diluir y difuminar el contorno entre lo


         que ha popularizado Eloy Fernández Porta, con su ensayo                                                                 real y su suplantación por una réplica irreal y ficticia. Estos

         Afterpop. La literatura de la implosión mediática (2007), uno                                                           autores se empeñan en desenmascarar el mundo en que vivi-

         de los autores relacionados con esta generación y quien sin                                                             mos, desvelando su condición de simulacro, de escenario fal-

         duda más ha contribuido a darle un sólido trasfondo teórico                                                             so y construido dentro del mundo real. Nos invitan así a ob-

         a sus propuestas estéticas.                                                                                             servar ese mundo desde fuera como espectáculo, como mero

                A pesar de la obvia motivación mediática que hay siem-                                                           artifi cio. La sensación que se desprende ante ese espectáculo,

         pre en la reivindicación por parte de los críticos y, sobre todo                                                        ante ese imparable proceso de desrealización, es de extraña-


         de la crítica periodística, de un nuevo relevo generacional                                                             mien to, casi de miedo o incluso de pánico. De hecho esta-

         en el panorama literario, en este caso creo que sí contamos                                                             mos ante relatos extraños: son extrañas las voces que narran

         con elementos suficientes como para que podamos hablar de                                                               (a veces también los modos de narrar) y los escenarios que

         una nueva forma de narrar y, sobre todo, de un nuevo mun-                                                               describen.

         do que contar entre algunos jóvenes y no tan jóvenes nove-                                                                     No obstante, quizás el primer y más importante ele-

         listas españoles contemporáneos. Lo primero que debería                                                                 mento aglutinador de esta supuesta generación es la aper tu-

         preguntarse la crítica es si realmente es posible detectar al-                                                          ra hacia nuevos referentes culturales extranjeros, que ape nas


         gún común denominador en esta narrativa española de “últi-                                                              habían dejado huella en la generación de novelistas espa-

         ma generación”. Y aunque lo prudente ahora sería recurrir al                                                            ñoles que les preceden. Y especialmente significativa está

         tópico de que es demasiado pronto para hacer valoraciones y                                                             sien do la influencia sobre ellos de la narrativa posmoderna

         de que debemos esperar algún tiempo para saber quién ha de                                                              norteamericana de las últimas dos o tres décadas. En la obra

         perdurar, tras la lectura de algunos libros “mutantes” de los                                                           de autores como Agustín Fernández Mallo, Juan Francisco

         que trataré en mi trabajo sí me atrevo a sacar algunas conclu-                                                          Ferré, Vicente Luis Mora, Germán Sierra, Isaac Rosa, Jorge

         siones. La primera es que a todos ellos les une, más que una                                                            Carrión o Robert Juan-Cantavella, por poner tan solo algu-


         cuestión formal (su tendencia a la fragmentación del relato y                                                           nos ejemplos más conocidos, y en su compartida fascinación

         al hibridismo genérico no es privativa del grupo), una espe-                                                            por los nuevos entornos tecnológicos de la cultura audiovi-

         cie de visión apocalíptica y aterradora del mundo en el que                                                             sual, mediática o electrónica o por los no lugares del mundo






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