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El viajero  tamente literarias” advertía hace ya muchos años el escritor

         Lezama Lima. Esto evitaría el habitual error de ejercer una

 El viajero no acababa de llegar, sus familiares le esperaban   metodología en exceso taxativa que en su afán por categori­

 nerviosos, no se explicaban su tardanza, se habían gastado   zar y delimitar, detiene el tiempo en la fijeza de sus concep­

 una buena suma de dinero en la compra de aquella trampa y   tos, alejándose de la posibilidad de comprensión e interpre­

 en adornarla con aquel pedazo de queso de la mejor calidad.  tación de las obras.

                Esta filosofía de la literatura no debería relegar como in­


 ***     útil para el estudio la actitud abierta y cuestionadora de la

 Se encuentran siempre en mi narrativa una serie de in­  mirada poética sobre el paisaje formal y conceptual de toda

 gredientes fieles: el juego con las apariencias y el propio   obra sujeta a lectura y estudio, sino muy al contrario, tener

 lenguaje, la inclusión de lo inquietante como parte de la   muy en cuenta el pensamiento sensible e intercomunicado

 normalidad, el factor sorpresa, la ironía, el humor como   de conocimientos y disciplinas estéticas como herramienta

 cuestionamiento del orden lineal con el que a veces aparece   de observación y análisis abierta a la posibilidad de lo impre­

 disecada la vida. Universo narrativo entre la melancolía y el   visto, y a todo aquello que hace del universo algo inasible,


 humorismo, entendiendo la melancolía como tristeza que se   enigmático y a la vez maravilloso.

 aligera, y el humor como transgresión y crítica a través de las   Se trataría en suma de la aceptación de algo incuestio­

 distintas escenografías alegóricas.   nable: toda disciplina intelectual que no tenga en cuenta la

 Lo sugerido, lo entrevisto, es tan esencial en mis textos   esencia de mutabilidad y discontinuidad del ser en todas sus

 como aquello específicamente narrado en ellos. Me atrae es­  manifestaciones, estará cada vez mas alejada de cualquier in­

 pecialmente esa otra lectura que atraviesa la aparente invisi­  tento de ontología de las cosas.

 bilidad de las cosas, para percibirlas de un modo no marcado   Es necesario por tanto recurrir a un replanteamiento del

 por la costumbre.   estudio de la obra literaria, y de la escritura de la brevedad

 También quisiera hablar de la importancia de ese nece­  en particular, a un método más abierto que implique nuevos


 sario puente entre autor y lector. Para su construcción re­  modos de lectura para la interpretación, para trascender el ca­

 sulta imprescindible, junto al valor innegable de una buena   rácter analítico, simple y descriptivo que domina la consecu­

 traducción, la existencia de una crítica formada en un saber   ción del saber dentro de un sistema en exceso positivista que

 multidisciplinar. Hablo de la necesidad de una filosofía de la   a menudo ignora que el cambio es la metáfora de la identidad

 literatura en la concepción del estudio y crítica literaria que   temporal de la creación, y de la vida en su totalidad.

 actúe como auténtica creación en la percepción del carác­  Se precisa por tanto, una apasionada poética en nues­

 ter radicalmente dinámico del texto literario. “El estudio de   tra búsqueda, en nuestra mirada humilde sobre cuanto exis­


 la literatura debe rebasar las fuentes de información estric­  te, como imprescindible hermenéutica en la interrogación






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 Revist a   de   alces   XXI                                              Número  0 , 2012
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