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una magnífica alternativa de pensar la filosofía de nuestros                                                            Oto de Aquisgrán

         días. Estética del fragmento que es capaz de conec tar con la

         totalidad y la realidad de lo concreto. Filosofía de la imagen                                                          Cuentan que el emperador Oto de Aquisgrán era tan suma­

         dialéctica, asociativa, en donde las circunstancias, la actuali­                                                        mente perfeccionista, que, acometiéndole una vez un agudo

         dad son el punto de partida para narrar y pensar el presente.                                                           ataque de melancolía profundísima, y decidiendo en medio

                Como autora de microrrelatos frecuentemente sue­                                                                 de tristes delirios acabar con su vida, tuvo tan extremado cui­

         len preguntarme el motivo de mi elección del género bre­                                                                dado en dejar bien acabados y atados los asuntos de la corte,


         ve como forma narrativa para mis relatos, en realidad no                                                                que antes de pasar a mejor vida, pasó años y años despachan­

         fue tanto elección sino hallazgo, un buen día descubrí que                                                              do con sus consejeros, firmando tratados, y recibiendo en

         el poema iba transformándose en otro paisaje en el que apa­                                                             mil audiencias. Hasta el punto de que al fin todo en orden,

         recían figuras, voces que tenían historias que contar, el re­                                                           el pobre emperador Oto, ya muy anciano y enfermo desde su

         sultado fue que el poema dio paso a la narración, pero sin                                                              lecho de muerte, no recordaba realmente el extraño motivo

         abandonar aquellas herramientas de concisión y brevedad                                                                 que le había tenido toda su vida sumido en aquel delirante

         propias de las imágenes poéticas.                                                                                       y frenético ritmo de trabajo, no conocido jamás en ninguna


                Siempre me ha interesado la síntesis del lenguaje como                                                           corte imperial.

         herramienta esencial en la precisión de lo narrado, es algo

         que tiene mucho que ver con el concepto de intensidad ex­                                                               Filosofía de la cebolla

         presiva muy cercano a la abstracción poética. Huyo de toda

         retórica, me preocupa potenciar al máximo la expresión me­                                                              Aquel filósofo tenía por cabeza una dorada cebolla y sus es­

         diante una austeridad de medios que eleve la tensión en el                                                              critos naufragaban siempre en un llanto sin remedio que

         interior de la narración.                                                                                               inundaba hasta el último rincón de la ciudad. Sin embar­

                Hay en toda mi obra una mirada perpleja ante el mun­                                                             go, aquel hombre era venerado por todos como un mensa­

         do, un profundo escepticismo a veces irónico, otras inquie­                                                             jero de los dioses, el motivo no era otro que estando la ciu­


         tante ante lo ilegible del acontecer humano. La escritura                                                               dad levantada en una zona de feroces sequías, los libros del

         como respuesta simbólica al laberinto. Encuentro en este                                                                filósofo eran gozosa lluvia de llanto recogida en vasos y cu­

         modo de narrar que algunos estudiosos denominan  litera-                                                                bos, cisternas y grandes depósitos que hacían posible la vida


         tura surrealista o del absurdo, el mejor medio para traducir                                                            en la gran urbe, abasteciendo a los ciudadanos con bellísimas
         cuanto ocurre a mi alrededor.                                                                                           perlas de tristeza con la que cocer los alimentos, asearse o re­

                                                                                                                                 gar los inmensos sembrados de cebollas que rodeaban la ciu­

                                                                                                                                 dad.










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                Revist a   de   alces   XXI                                                                                                                                                       Número  0 , 2012
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