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La Naturaleza está presente en toda mi obra, haber na­   que vence toda la sinrazón de la barbarie en la que

 cido en el País Vasco me ha proporcionado un rico bagaje   estamos,

 cultural de comunicación simbólica con lo natural.  algo así,

                como asistir a la poderosa fragilidad de las raíces de la

                       menta levantando las piedras.

 Pensábamos de niños




 Pensábamos de niños que las montañas estaban ahí para  Por otro lado el tema de la imaginación como herra­

 la eternidad,  mienta esencial del pensamiento está presente en muchos de

 que aquellos hermosos gigantes no morirían nunca,  los poemas de La nieve en los manzanos. Lo simbólico como

 luego supimos que estábamos equivocados,  forma de pensar el presente, un tiempo vivido como crea­


 las montañas también mueren como el más frágil de los  ción.

 hombres.       La imaginación permanece siempre unida a la interro­

         gación, me interesan las preguntas, creo firmemente en la

         curiosidad vital, intelectual como modo de avanzar en el co­
 En medio de todo esto  nocimiento para no quedar estancados en la ignorancia de


         cegueras o certezas inamovibles, en ortodoxias rancias, que

 En medio de todo esto,  constantemente nos hablan de técnicas de momificación

 los niños siguen arrojando sus caídos dientes a la luna,  como  catecismo  a  seguir.  Por  el  contrario,  el  pensamiento

 suplicando nuevos alfabetos de hueso para nombrar la  entendido en sensibilidad, respira en la humilde conciencia

 vida.   de la fragilidad que somos, en el perenne asombro, asumien­

         do la relatividad de las interpretaciones, los límites de nues­


         tra condición humana. Desde este tipo de percepción vital
  El tiempo de las plantaciones  también  la escritura es  espejo  de la escritura  del universo.


         Todo forma parte de un sistema de analogías y semejanzas:
  En invierno, al llegar el tiempo de las plantaciones,  galaxias, océanos, desiertos… En la tierra de la sensibilidad

  me gusta contemplar ese desfile de jardineros  no crecen los héroes sanguinarios, aquellos para los que lo

 desarmados cruzando la ciudad,  identitario es único dios, dios colérico al que ofrecer sacrifi­

  llevando sobre sus hombros, en lugar de fusiles , árboles  cios, víctimas no creyentes, disidencia.

 dormidos.


  Esa imagen es para mí tan hermosa








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