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caracteriza a la sociedad de nuestros días, podrá detectar sin hora de establecer categorías para clasificar los relatos. Los
dificultad dos aspectos claramente tradicionales en los ám hermanos Grimm suponían que a un tiempo más lejano co
bitos en que actualmente se desarrolla la relación humana y rrespondían más elementos míticos, de ahí que afirmaran
su mejor vehículo, el lenguaje coloquial. En primer lugar, la que los relatos que recolectaban y publicaban como cuentos
pervivencia de la necesidad de comunicar: no es raro hallar populares descendían de antiguos mitos. El cuento folklóri
entre los chistes que habitualmente escuchamos a diario o co era, al parecer de muchos practicantes del género, una de
recibimos por internet, materias o temas que ya estaban en generación del mito, y por eso se hablaba de una “mitología
la tradición hace cientos de años y que protagonizaban per menor” mantenida por los campesinos del continente euro
sonajes cuya esencia no tiene edad: el tonto o simple del que peo y a través de la cual se podían reconstruir los mitos de
se esperan reacciones exageradas o contradictorias que susci los antiguos pueblos que habitaron Europa. Esta manera de
tan la carcajada; el vecino del pueblo, región, autonomía o percibir los relatos tradicionales propició la confusión de los
nación al que se escarnece o hace burla por un simple reflejo géneros, pues su identificación parecía depender más de la
de incomprensión cultural condicionado por la comodidad; etapa de desarrollo en que se encontrara el relato que del re
los personajes que, desde distintos oficios o bajo diferentes lato en sí. En consecuencia, los investigadores se despreocu
jerarquías, encarnan la sabiduría marginal o el poder: médi paron de distinguir géneros que, al fin y al cabo, terminaban
cos, curas, alcaldes, ministros, presidentes de gobierno, reyes, siendo todos una misma cosa. Para el erudito del siglo XIX
papas, etc.; partes o funciones del cuerpo humano que, por no importaba lo que el mito narrara, sino la mentalidad que
pudor o por una falsa y exagerada reacción contra ese mismo este tipo de narración reflejaba y lo que eso significaba para
pudor, pueden representar un motivo de hilaridad. Todos es la historia del desarrollo humano. A juicio del investigador
tos temas y muchos más ya los tenemos en el corpus cuentís Juan José Prat:
tico desde hace muchos siglos y tanto más parecidos a como
hoy en día se narran, cuanto más similares son las caracterís Poco importaba entonces si el relato era un mito, una leyenda
o un cuento, pues, desde su punto de vista, eran narraciones
ticas económicas, políticas y sociales de cada época. Incluso que reflejaban un intento equivocado de explicar o de descri
las fórmulas utilizadas por algunos contadores de chistes ac bir la realidad, producto de una mentalidad precientífica que
tuales (“saben aquél que dice...”) nos recuerdan cada vez más aún no había llegado al grado de desarrollo necesario para la
a determinadas muletillas que solían encabezar los cuentos elaboración de un pensamiento verdaderamente científico.
(Prat 7)
(“érase una vez”), al servir ambas, tanto para captar la aten
ción como para introducir al oyente en esa atmósfera distin Sin embargo, el estudio de esa mentalidad —no la que supo
ta en la que va a transcurrir la historia narrada. nían los románticos, sino la auténtica mentalidad, es decir, el
A comienzos del siglo XIX, las denominaciones “mito”, conjunto de conocimientos y creencias que nos dan perso
“leyenda” y “cuento” sirvieron a diferentes recopiladores a la nalidad—, ha revelado que ni es necesario un pensa miento
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Revist a de alces XXI Número 0 , 2012