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plo, cómo un hábil cuentista reduce a una sola línea un ex escenario teatral al uso. Creo que una de las primeras perso
tenso espacio temporal: “Era un gallo capón que le echaron nas que utiliza la palabra “imaginario” para referirse al con
—no le quería ninguna gallina— y se fue por ahí, por los junto de conocimientos intelectuales o gráficos que, en for
mundos de Dios, y llega a un molino y había un gallinero” ma de magma simbólico, sirven de motor al ser humano, es
(Díaz 57). En una sola frase el narrador explica la carencia y Cornelius Castoriadis. El término usado por el filósofo fran
problema consiguiente del protagonista, su necesidad de sa cés nacido en Estambul se adecúa muy bien a lo que he tra
lir del entorno en que vive, la peripecia por diferentes luga tado de trazar en este apresurado recorrido. Detrás de los es
res y la llegada al molino (la narradora era hija de molinero) pacios en que se desarrollan las acciones de los cuentos hay
donde vuelve a encontrarse el capón con su medio natural, todo un conjunto de saberes que les dieron origen y que con
con su ámbito propio, con su espacio físico después de haber tribuyeron a retratar y perfilar las expresiones de sus prota
recorrido un espacio temporal. gonistas, sus posturas, su carácter: es toda esa iconografía an
Como parte integrante de la naturaleza y más o menos tigua, esos relatos pretéritos, aquellas leyendas asombrosas
cercanos al entorno del individuo, los animales son a veces que alimentaron las miradas y las mentes de miles y miles de
compañeros y a veces adversarios con los que aquél debe personas y que alentaron su fantasía durante siglos. Ese ima
convivir o a los que debe respetar por miedo o por sentido ginario, construido en un lenguaje comparti do y compren
común. Desde los más antiguos relatos hay un interés por dido, ha arrastrado consigo personajes, anécdotas, oracio
demostrar que los animales son inferiores al hombre pero, nes, canciones, usos convertidos en costumbre y toda clase
al mismo tiempo, aparecen aquí y allá vestigios de cuentos de elementos con los que se ha ido edificando el recuerdo y
y leyendas en los que las metamorfosis ofrecen un curio la mentalidad. Castoriadis decía, atreviéndose a contradecir
so campo de observación, pues en ellos el hombre se trans a Aristóteles, que lo que la sociedad busca y necesita no es
forma en animal con tanta asiduidad como el lobo o el oso la sabiduría sino la creencia. Es decir, no los conocimientos
hablan y actúan al estilo de los seres humanos, conviviendo científicos y pretendidamente reales sino la certeza personal
todos en un mismo espacio del mismo modo que el bien y de lo creíble. Es lo inmaterial, el patrimonio no tangible que
el mal, la hermana buena y la hermanastra, la madre que vie reside en nuestra memoria y que regresa en forma de espacio,
ne a recupe rar la asadura desde el más allá y el asustado hijo, de gesto, de expresión o de imagen.
comparten el mismo medio y se relacionan en él.
Escribía el filósofo alemán Gadamer: “En el momento
en que la tradición vuelve a hablar emerge algo que es des
de entonces y que antes no era” (2: 168). La construcción
creativa de los espacios en que el argumento de los cuentos
se desarrolla tiene más que ver con el imaginario que con un
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Revist a de alces XXI Número 0 , 2012